El arte de pactar

La vicepresidenta lo adelantó en Berlín

La vicepresidenta lo adelantó en Berlín

Pactar es un arte, no un negocio. Hace un par de días la número dos del partido socialista trataba de cubrirse frente a sus críticos diciendo que comparte la preocupación de quienes dicen ¿qué hace el PSOE cerca de este PP? Y seguía haciéndolo cuando para justificarlo decía: “El acuerdo recoge nuestras posiciones. Es el PP el que ha ido viniendo a nuestras posiciones” Tan así debe de ser que Valenciano no tuvo empacho en afirmar que Rajoy se había convertido a la socialdemocracia. Y por si hicieran falta más matices añadió ayer: “El pacto es puro PSOE”.

Imagínense esgrimiendo excusas semejantes a todos los firmantes que acabaron sumándose a las propuestas contenidas en  la proposición no de ley que Rajoy lleva en su cartera a Bruselas. Sería francamente cómico escuchar a los nacionalistas vascos y catalanes reconocer la enorme comprensión que Rajoy acabó mostrando ante sus reivindicaciones separatistas, o a Rosa Díez confesar que, como acostumbra, Rajoy ha atendido sus reclamos… y así, cada uno tirando de una esquina del papel, ¿en qué acabaría el pacto suscrito por el 95% de la Cámara? Continue Reading

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Rousseff tras la popularidad

Dos presidentas

Dos presidentas, distintas aunque no tan distantes

Para algunos políticos la popularidad es como el norte que atrae la aguja imantada de la brújula. Todo por la adhesión del pueblo. Lo llaman populismo, filosofía de la que no acostumbran a germinar buenos frutos. Mientras dura la euforia de las promesas y el llamado pueblo se regocija por el aparente éxito de sus reclamos, todo parece de colores. Lo negro llega a la hora de pagar las cuentas; que se lo cuenten a los argentinos después de medio siglo de peronismo, ahora kirchnerismo; o a los venezolanos de la década chavista, o a las víctimas cubanas del castrismo, etc.

La historia está llena de ejemplos similares. El populismo no es una ideología, es una mera forma de gobernar que llega a prender tanto entre revolucionarios como entre conservadores. La aureola de rebeldía con que se adorna sea del signo que sea, que también las involuciones pueden ser revolucionarias, puede terminar sofocada por los nuevos intereses creados. Así ha sido desde la Grecia clásica, y es que muy pocas cosas de las que nos pasan se le escaparon a Aristóteles. Un excelente artículo de Enrique Krauze en sus Letras Libres define magistralmente los contornos del populismo, elemento común en los ADN de bolivarianos y del tea party, o de duras dictaduras como las comunistas y las fascistas florecidas en el pasado siglo. Continue Reading

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Blasco, qué asco

Aquí empezó Blasco...

Blasco, de aquí al PP pasando por el PSOE

El caso del político valenciano recién expulsado del PP, su último partido, es un paradigma de cómo operan los políticos en nuestro país.

Miguel Blasco, más allá de los delitos que hoy y antes se le atribuyeron, es un personaje singular. Comenzó su andadura política en la izquierda más extrema; una extraña rama del comunismo soviético y maoísta a la vez, el PCE (ML) que tenía como referente a Julio Álvarez del Vayo, el comunista infiltrado en el partido socialista de los años 30 del pasado siglo. El hombre de Moscú siguió siéndolo toda su vida, dentro y luego fuera del PSOE; organizó el llamado Frente Español de Liberación Nacional y presidió el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Entre 1971, año de su fundación en París, y 1978 el FRAP fue uno de los grupos terroristas más visibles aunque nunca estuvieran claros los fines de su estrategia.

Sus objetivos fueron las fuerzas del orden, tres muertes, y centros militares. Su presidente, instalado en Suiza, donde murió poco antes de hacerlo Franco, emitía tronitonantes mensajes pretendidamente desestabilizadores pero tan carentes de base real que acabó haciéndose sospechoso. Su anti imperialismo yankee y anti franquismo, unidos a un anti carrillismo radical ¿no serían disfraces de otros fines menos revolucionarios? De hecho el PSOE, que lo había expulsado de su seno pocos años después de terminar la guerra civil, lo volvió a acoger a título póstumo en el Congreso de hace cinco años, tras la segunda victoria electoral de Rodríguez Zapatero. Continue Reading

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Pactos, minorías y la parroquia

La liturgia, parte de la democracia

La liturgia, parte de la democracia

El país se merecía el acuerdo ayer escenificado por Rajoy y Rubalcaba. Las cosas, algunas, han encontrado su cauce. Nada más normal que los dos grandes partidos se avengan a sumar criterios en temas fundamentales, por encima de las diferencias, genuinas o aparentes, que los separen. Importante es, por ejemplo, la presentación de qué pretende el país de sus socios del euro, y ese ha sido precisamente el primer acuerdo alcanzado entre los dos partidos de gobierno que este país tiene, el que lo ocupa y el que lo ocupó.

Carpetovetonia no da para más; casi ninguna otra democracia se asienta sobre más de dos pilares. Y de ahí las reticencias de las minorías a sumarse a la ola nacional. Su mayor aspiración es jugar el papel de bisagra cuando alguno lo necesite. Saborear las mieles de la mayoría sin alcanzarla es su gran triunfo; y no suele importarles gran cosa quién sea el socio necesitado de su auxilio, siempre bien remunerado a costa de todos los españoles. Continue Reading

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El juez y la conexidad

Un juez de cuidado

Un juez de cuidado

Aunque no se lo crean, y la RAE no se haya dado por concernida, en el mundo jurídico se habla de conexidad. No conexión, no: conexidad. No constan las razones que impiden el uso del término relación, perfectamente identificado por todo el mundo, para significar lo mismo. El caso es que gracias a que no se da la conexidad necesaria entre hechos y dichos, el señor Blesa puede salir a la calle gracias al varapalo que la Audiencia de Madrid ha propinado al juez Elpidio Silva Pacheco.

El auto ayer dictado por el tribunal apelado sentencia que el instructor abrió una causa sobreseída hace tres años por carencia de datos concretos para fundamentar la denuncia. El magistrado Andreu, de la Audiencia Nacional los solicitó sin resultado al denunciante, ese extraño colectivo autodenominado Manos Limpias. Pese a ello, y sin más elementos que su imaginación, viene ahora a decir la Audiencia de Madrid, porque datos seguía sin haber, Silva Pacheco reabrió malamente una causa ya cerrada. Continue Reading

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Cuestión de conexidad

Un juez de cuidado

Un juez de cuidado

Aunque no se lo crean, y la RAE no se haya dado por concernida, en el mundo jurídico se habla de conexidad. No conexión, no: conexidad. No constan las razones que impiden el uso del término relación, perfectamente identificado por todo el mundo para significar lo mismo. El caso es que gracias a que no se da la conexidad necesaria entre autos y procedimientos, el señor Blesa puede salir a la calle gracias al varapalo que la Audiencia de Madrid ha propinado al juez Elpidio Silva Pacheco.

Sentencia el auto ayer dictado por el tribunal apelado que el instructor abrió una causa sobreseída hace tres años por carencia de datos concretos para fundamentar la denuncia. El magistrado Andreu, de la Audiencia Nacional los solicitó al denunciante, ese extraño colectivo autodenominado Manos Limpias, sin resultado alguno. Pese a ello, y sin más elementos que su imaginación, viene ahora a decir la Audiencia de Madrid porque datos seguía sin haber, Silva Pacheco reabrió malamente una causa ya cerrada.

Diced el auto: «No se aporta a la causa ni siquiera la denuncia o querella que dio origen a esta causa. Así pues, no se alcanza a comprender, salvo facultades adivinatorias inusuales, cómo se puede concluir la existencia de una conexidad entre los hechos que nos ocupan y los que se dice se seguían en el Juzgado de Instrucción 21 pues se desconocen hecho, sujetos intervinientes e ilícitos denunciados”. Y añade que “no cabe derivar y presuponer esta conexidad en base a noticias de prensa, de pasillo, conocimientos extrajudiciales o sospechas”.

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