¡Viva el Rey!

El Rey Felipe en Paiporta

Majestad es término poco usual en su sentido estricto.

Grandeza, superioridad y autoridad sobre otros”. “Seriedad, entereza y severidad en el semblante y en las acciones”.

Así define la RAE el término majestad. Difícilmente volveremos a asistir a su ejercicio como el brindado por Felipe VI entre el barro, la ira y las lágrimas de un pueblo que llora la muerte de centenares de vecinos y sufre la carencia del auxilio obligado.

No es frecuente, ni siquiera debería serlo, pero ayer fuimos testigos de la dignidad real en el epicentro de la desolación dantesca causada por fuerzas desatadas de la naturaleza.

Cuando los servicios públicos se sacuden responsabilidades, las fuerzas militares llagan tarde y sin la dirección correcta, los responsables del orden público se asoman a la tragedia como de visita, el gobierno de la nación se camufla tras la cogobernanza y su presidente dice que si quieren algo que se lo pidan y sale por piernas de la escena, en fin, cuando la superestructura política demuestra su ridícula dimensión, aún brilla más la excelencia de Sus Majestades.

El Rey no hurtó su presencia en las calles, se fajó con quienes le rodeaban indignados, los animaba y advertía contra la manipulación de que podían ser objeto. “No hagáis caso de todo lo que se publica porque hay mucha gente interesada en que haya caos”.

El Rey ciudadano escuchaba las críticas y oyó una voz que gritó “Sánchez, un perro”, mientras un joven le decía que había gente haciendo cola por una botella de agua, “no es normal, algo podréis hacer”, hasta que otro se echó llorando sobre su pecho pidiendo consuelo.

King and country, rey y país, el rey y el pueblo. For King and country, por la Patria cantan los británicos.

Aquí otros cantábamos VERDE por los años sesenta: Viva El Rey De España.

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Miserables

Probada independencia del Fascal General

Ayer el Congreso sufrió el asalto de una tropa de miserables que ni siete decenas de muertos bastaron para detener. Difícilmente cabría ofrecer una imagen más nítida de tal bajeza de la escuálida mayoría que sigue los dictados del primer ministro.

Lejos de seguir siendo el ámbito de encuentro del conjunto de los españoles, hoy la cámara es una especie de puerto de arrebatacapas, donde por la confusión, el desorden y la calidad de las personas, hay riesgo de fraudes o rapiñas, que dice la RAE.

Ya conocen lo sucedido, a la petición del portavoz popular de suspender la sesión en señal de duelo, como el Senado hizo en su casa, la apisonadora Frankenstein acordó suspender, sí, la parte de control al Gobierno, pero no el resto de la sesión.

¿Algún asunto de urgencia pendiente, alguna moción de apoyo a los damnificados, solidaridad con los dolientes deudos, qué tan sustancial como para limitar el alcance de la solidaridad con sus representados, valencianos o castellanos manchegos?

No, simplemente un nuevo asalto institucional del gobierno Sánchez, en este caso a las radios y televisión nacionales. Nada más urgente que meter en el órgano de control del altavoz del régimen a golpistas catalanes y bilduetarras vascos, e impedir cualquier control a la oposición. Como suena.

Naturalmente el decreto quedó aprobado, faltaría más. Mientras, siguiendo órdenes del Tribunal Supremo, la Guardia Civil irrumpía en la sede de la Fiscalía General para intervenir los teléfonos, correos y demás medios de comunicación del señor fiscal general de la Nación.

Cuarenta y ocho horas antes, la Asociación Profesional e Independiente de Fiscales se personaba en la causa abierta contra García Ortizporque consideramos que, al no renunciar al cargo de fiscal general del Estado, priva a la Sala Segunda del Tribunal Supremo de contar con un Ministerio Fiscal que actúe bajo al principio de imparcialidad, tal como impone la Constitución Española, ya que resulta del todo punto imposible que, en estas circunstancias, la causa penal pueda ser llevada, por cualquier fiscal, con la independencia que se le requiere, teniendo como imputado a su jefe.”

Y así día a día… ¿hasta los mil?

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Cita en Moncloa

Ayuso en la Cámara autonómica de Madrid

El respeto a uno mismo es la almendra de la personalidad de los hombres y mujeres libres. Por ello no es de extrañar que la presidenta Ayuso, en defensa de su honor, mancillado con empeño por Sánchez, considerara no participar en la ronda de encuentros organizada por el primer ministro con los presidentes autonómicos, de uno en uno y en la residencia presidencial. Continue Reading

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Cómo salimos de ésta

Ulises resistieneo el canto de las sirenas.

Cunde el desánimo. Al común no le salen las cuentas. El Congreso está atado y bien atado por el primer ministro. Claro, dicen algunos, que también estaba requeteatado el régimen anterior y mira cómo terminó.

Cómo el franquismo pasó a la historia tal vez sea interesante recordarlo en cuatro líneas. No fue barrido por ninguna ola social, ni por la ocupación de sus instituciones por dobles agentes. Fue demolido desde dentro por españoles conscientes de su responsabilidad, ciudadanos que saltaron las líneas rojas para abrir un ancho horizonte de convivencia con los que estaban enfrente. Continue Reading

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La nave comienza a hacer agua

La independencia de un fiscal general, entre Conde Pumpido y una vicepresidenta del Gobierno.

Hace poco más de siete meses, el día 14 de marzo concretamente, el Fiscal General del Estado Álvaro García Ortiz mantuvo una tensa conversación telefónica a través de wasap con la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra. Comenzó temprano, a las 9,03 horas: “Ya tenemos nota”, comunicó a su subordinada. A las 9,25 añadió otro mensaje: “Es imperativo sacarla”. Y doce minutos después, la conminó: “Almudena, no me coges el teléfono. Si dejamos pasar el momento nos van a ganar el relato.” Continue Reading

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Qué más hará falta, señor

La prensa abrió el camino a la Justicia

Plinio el Viejo, a quien tanta historia debemos, contó que un amigo pintor tenía como principio la máxima nulla die sine línea. Los latinos entendían por línea el hilo de lino sobre el que Apeles se obligaba a pasar a diario su pincel. Con el tiempo, ya en el XIX, Zola, grabó la sentencia en la chimenea del salón en el que escribió el histórico “J’accuse” publicado por el diario parisino L’Aurore. Era una carta al presidente de la república francesa en defensa de Dreyfus, un militar judío acusado en falso de espionaje. Le costó el destierro a Zola, y con el tiempo, el militar fue rehabilitado. Continue Reading

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