En la calle, manifestación; en el Congreso, moción de censura. El cabreo nacional se evacúa adueñándose de la calle, enarbolando banderas, pancartas, o marchando en atronador silencio; mil formas hay de hacerlo. Pero las razones se blanden en el parlamento, donde una moción de censura, gánese o no, deja huella indeleble de cada cual.
La deslealtad del presidente del Gobierno ha llegado hasta la felonía. No ha parado mientes a la hora de ganarse los votos de los golpistas que le mantienen caliente el banco azul. Para ello acepta cuanto le sirven a la mesa: antes veintiuna propuestas para volver a hablar, luego, una comisión de partidos catalanes, secesionistas y socialistas a solas; ayer, el Gobierno de la Nación mete al frente de esa comisión un intermediario, como le exigen los golpistas, y mañana aceptará que el relator sea Mayor Zaragoza, al tiempo; y así cuanto sea menester.
Pedro Sánchez ha tensado una cuerda ya demasiado raída al cabo de nueve meses empedrados de falacias y desatinos. Su presencia al frente del Gobierno de España afrenta a los ciudadanos. Continue Reading ▶