No se puede ir a un debate sobre cualquier asunto con las manos en los bolsillos, y aún menos si el tema es el estado de la Nación y se desarrolla en el parlamento. Pérez Rubalcaba consumió su último cartucho sin alcanzar presa alguna porque la demagogia no cunde, no va más allá de sí misma, no es la pólvora que la oposición necesitaba ayer para remover el terreno.
Lo único efectivo fue aquel ingenioso en qué país vive usted con que comenzó su discurso. Pero ahí quedó la cosa, en el factor sorpresa; un titular que se volvió en su contra porque es evidente que, siendo manifiestamente mejorable, el estado de la Nación es radicalmente distinto, mejor, del que lo era hace dos años.
Siendo para su credibilidad gravoso el legado del último gobierno socialista que él vice presidía, los problemas de Rubalcaba van más allá; están en la esencia de su propio partido tal y como ha quedado tras la dirigencia de Rodríguez Zapatero. Y esa desnaturalización provocada a golpes de ocurrencias y falsa progresía hace muy difícil, hasta ahora parece que imposible, articular un esquema como el que cabe esperar del referente socialdemócrata de este país, de la alternativa al gobierno conservador. Continue Reading ▶