No es tarea fácil. Poner en su sitio a los sediciosos catalanes costará más tiempo y paciencia de lo deseado por el común. Más allá de la chulería impostada con que amenazan para el próximo otoño, la sedición tiene tanto recorrido como los años transcurridos bajo la dictadura cultural del nacionalismo. Una generación entera ha sido víctima de la ortodoxia pública definida por una camarilla política bañada en abundante dinero público; el que hiciera falta para que la máquina estatal funcionara en tiempos de escasez parlamentaría.
Poco importa que los caudillos de aquella partida burguesa estén hoy penando en tribunales y prisiones su afán por el enriquecimiento a costa de sus conciudadanos; son los padres fundadores de un movimiento que se les escapó de entre los dedos mientras contaban billetes; de un mítico sueño que hoy velan sus tradicionales enemigos de clase: esquerras y populistas de diversa condición. Continue Reading ▶






