Un cretino en el Ayuntamiento

Concejal del Ayuntamiento de Madrid y secretario general de VOX

Ese señor con pinta de oficial de las SS que atiende por los apellidos Ortega y Smith está empeñado en cargarse de razón y tantos méritos acumula que, sin duda, hay que dársela: “sí señor, usted es un cretino”.

Entre chuleta de barrio y engominado play boy años setenta, este personaje está poniendo sus mejores esfuerzos por que la entente social populista se adueñe de la alcaldía de Madrid, y ya puestos, del gobierno de la Comunidad.

Es lo propio del populismo más rancio, del tremendismo que juega a cuanto peor, mejor; de los bomberos pirómanos que prenden el fuego para justificar su papel tratando de sofocarlo. ¿Será esa la auténtica dimensión de Vox, o se trata de un saboteador infiltrado entre la derecha extrema? Continue Reading

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Nervios en el sanchismo

Los dos náufragos sosteniéndose a la espera del salvamento

Rufián -qué gran apellido- ha clavado el puñal en todo lo alto del sanchismo. “A un Pedro Sánchez débil y derrotado se le puede llegar a sentar en una mesa de diálogo”. Naturalmente de diálogo entre gobiernos, aclaró, el del Estado y el de la Generalitat. Que no se fían un pelo del candidato autoproclamado a presidir el Gobierno comentó: «porque se dé un abrazo con Pablo Iglesias o con el Papa de Roma no deja de ser el que era hace un mes«. ¿Le habrá tachado de mendaz?

Por si fuera poco, simultáneamente un tal Aragonés García, vicepresidente a la sazón de la Generalitat, expresa haber dejado claro a Sánchez que en la mesa de negociación tienen que estar presente el referéndum de autodeterminación y la amnistía, entre otras cuestiones.

¿Y son estos los bueyes con que el sanchismo pretender arar?

Desde la misma noche de las últimas elecciones los españoles han estado sometidos a un trampantojo diseñado para ocultar la realidad: la responsabilidad de que no haya gobierno es de la oposición. El bloqueo es la clave del trampantojo. Continue Reading

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Un trilero nos quiere gobernar

Cuando La Moncloa era un palacio real, de verdad.

Al trilero instalado en sus funciones presidenciales – ¿a qué dedica su silente interinidad? – sus compañeros de partido, salvo escepciones como Leguina y Redondo, le siguen la corriente como aquella coplilla del siglo XIX decía: “María Cristina me quiere gobernar/y yo le sigo, le sigo la corriente/porque no quiero que diga la gente/que María Cristina me quiere gobernar”. ¿Pudor, vergüenza ajena o simplemente miremos para otro lado que al fin y al cabo es uno de los nuestros? La respuesta se hace esperar, quizá hasta cuando el drama llegue a su cénit.

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de la futura Isabel II, también asumió funciones, las de reina regente, porque la muerte del Rey Fernando VII sorprendió a la niña con tres añitos. Asumida la corona por su titular, la regente perdió sus funciones y casose con Muñoz y Sánchez Amante, su querido sargento de la guardia de Corps durante años, tantos que los carlistas le achacaron la paternidad de la niña reina.

Aquellos eran escándalos galantes, pero tan gravosos al país como los actuales; la regencia en funciones se estrenó con la primera de las tres Guerras Carlistas, diferendos que aún colean por los territorios en que los reaccionarios se hicieron fuertes. Los de ahora cursan a cara de perro y con la mentira como estandarte. Un nuevo mandato del trilero instalado en el palacete destruido por la guerra civil y reconstruido por Franco en la década de los cincuenta puede terminar como aún nadie sabe.

La actual residencia presidencial pertenece al Estado desde que Carlos IV compró el Real Sitio tras la muerte de la XIII Duquesa de Alba, aquella otra famosa Cayetana que cautivó al autor de los fusilamientos de La Moncloa, precisamente. Y fue la niña Isabel quien ya reinando traspasó la propiedad de toda la finca al Estado.

El trilero demuestra hasta qué punto es capaz de todo con tal de seguir viviéndola, apurando hasta el último sorbo cualquier indignidad que le permita dormir sobre lo que fue su primera medida como presidente: un cambio de colchón. Lo publicitó porque hace año y medio, tras hacerse con un gobierno imposible, no tenía nada más importante que ofrecer a los españoles.

Sigue en las mismas. Tras el pírrico éxito cosechado en unas elecciones trufadas de embustes y ocultaciones, se ha limitado a ofrecer una imagen: el apoyo mutuo entre dos perdedores, un millón trescientos mil votos menos en seis meses. Y de ahí no hay quien le saque mientras corre a un lado y otro los cubiletes con que el trilero oculta la realidad.

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Sánchez y Podemos, vistos por Rajoy

https://twitter.com/JotDownSpain/status/1197235653521620992

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PSOE, décadas de corrupción electoral

Veintiún miembos de equipos socialistas en el banquillo

No se metieron el dinero en sus bolsillos, dice el sanchismo y próceres socialistas de la escuela de Bono, espantados de que dos presidentes nacionales del partido hayan sido condenados por el mayor escándalo económico sufrido en España y por los españoles. «No es un caso del PSOE, sino de antiguos responsables de la Junta» dice la sombra de Sánchez como si…

Además de ministros, Chaves y Griñán presidieron sucesivamente el PSOE desde el año 2000 hasta el 2014. Y la Junta de Andalucía durante más años aún, desde 1990. Andalucía, el granero de votos del socialismo español, ha estado dopada durante un cuarto de siglo con dinero espurio manejado por el partido de Sánchez.

Apañar comisiones, dinero al bolsillo, es propio de chorizos sin paliativos pero ¿cómo calificar a quienes trucan procesos electorales metiendo dinero en los bolsillos de los votantes?

La red clientelar tejida con los seiscientos ochenta millones manejados por autoridades de gobiernos socialistas dio mucho de sí, y no sólo en Andalucía. Lo de los EREs deja chico al caciquismo que caracterizó el turnismo de la Restauración en los albores del pasado siglo. Continue Reading

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El ciudadano Rivera y el gobierno progresista

Hubo ocasiones para todo en la vida política del ciudadano Rivera.

Tras haberse estrellado contra las urnas abiertas el pasado domingo Albert Rivera ha hecho lo que corresponde. Perder en siete meses dos millones y medio de votos que han dejado a la intemperie a sus más estrechos colaboradores y desalojado del Congreso a 47 diputados, tiene el precio que él ya ha satisfecho, la salida de la escena pública, y que los españoles habremos de pagar al gobierno social-comunista que hipoteca nuestro futuro.

El retiro de quien fue una especie de esperanza blanca de la renovación política ha sido laureado con los honores propios del país que mejor despide a sus caídos. Ciertamente Rivera es un ciudadano benemérito. Luchó contra la corriente desbocada del nacionalismo catalán sin más pertrechos que la limpieza, virtud escondida en los dominios del pujolismo, y el sentido común. El esfuerzo de un equipo de noveles deshizo en las urnas de aquella comunidad el embaucamiento del independentismo en las elecciones de hace dos años. Continue Reading

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