Flexibilidad, que nadie se mueva

Así celebraron en el Congreso la investidura Sánchez e Iglesias.

El banco azul, las alfombras, el sueldo seguro y los gastos reservados son sólidos pilares a los que amarrarse. Los podemitas lo tienen bastante claro. Su portavoz ha desvelado la clave: ante la tormenta de cerebros en que parece metida la otra mitad de la coalición, flexibilidad. La del junco, que reza la copla del Resistiré. El sanchismo hace como si estuviera abriendo el capítulo siguiente del manual de resistencia de su líder.

Visto lo que se le viene encima, con la misma alegría con que hace seis meses se echó en los brazos de Iglesias, Sánchez busca ahora compañías más cálidas. Engañará a los leninistas bolivarianos con el mismo arte con que toca la tenora a los golpistas catalanes que bailan sardanas a la espera del relator. Como engañará a las nuevas parejas que aguardan mejores tiempos sentadas en derredor del salón. Como volverá a engañar a sus socios actuales una vez repuestos del susto que acaban de llevarse.

Los publicitarios de La Moncloa, ellos marcan realmente la deriva a tomar en cada momento, tienen mejores encuestas que las que Tezanos siembra para que el común pierda toda esperanza de cambio. Y sus datos sociométricos les dictan la necesidad de un cambio de rumbo urgente, y mejor en el verano que en otoño. Continue Reading

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Y ahora, patriotismo

Para imágenes de guerra, una de verdad: el asalto a la playa Omaha, 6 de junio, 1944.

¡Es la guerra! Primero fueron las imágenes bélicas, como si el control de la pandemia fuera la toma de Montecasino o el desembarco de Normandía. Cedidos todos los derechos ciudadanos al comandante en jefe, quién va a discutir la unidad.

De ésta saldremos unidos, unidos, uni-dos; la unidad, como el gran Bertha, clave en el asalto a las posiciones enemigas. ¿Alguien osa contrariar al mando en medio de la alarma?

Los populares avisan sin ser atendidos de fallos en la estrategia y denuncian errores en los movimientos tácticos que el mismo mando único ha de anular, corregir y restablecer para volver a enmendar. Pero no el más grave: el desprecio por la intendencia, con lo cual al cabo de cien días el confinamiento sanitario ha enervado la capacidad productiva del país.

La admirable resiliencia de los civiles ha permitido al comandante en jefe proclamar la victoria, su victoria. Advierte de que el enemigo, semi oculto, aún puede causar destrozos y que ahora toca volver a levantar las ruinas del sistema económico; demostrar a la UE que merecemos ser sacados del hoyo. Y punto en boca.

La unidad ya no basta; fue necesaria para esquivar críticas y no atender alternativas como las que la oposición le propuso hasta en tres ocasiones. Ahora lo que corresponde es patriotismo. ¡Patriotismo! Malo cuando la autoridad recurre a palabras mayores para extrañar a media España.

Así habló eyer el patriota: “nadie puede soñar con sacar un beneficio dañando los intereses de España y de los españoles. Pido a todos los partidos españoles que apoyen activamente la propuesta de la Comisión Europea. Si España gana, ganamos todos. Si España pierde, no solo pierde el Gobierno, perdemos todos. Pido responsabilidad, altura de miras, patriotismo”.

Para el comandante en jefe no son patriotas quienes piden seriedad y control frente a la institucionalización del derroche populista que hará de España un país de subsidiados, condenados a trabajar no se sabe dónde para pagar la deuda acumulada. Para Sánchez patriota es su ministro de Consumo: “sin el comunismo no habría democracia en España; está en el ADN de la tradición democrática de este país”. Garzón dixit.

La verdad es que la patraña recuerda tiempos gozosamente remotos, diciembre de 1946, cuando en la Plaza de Oriente madrileña una multitud calentada por la propaganda gritaba a los pies de aquel caudillo bajito que no se preocupara por quedar aislado de las Naciones Unidas porque “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos”. La propaganda puede hacer milagros, hasta olvidar el hambre.

La falacia, el camelo y la provocación son los epígrafes del guion con que Redondo e Iglesias hablan por boca de ganso. Excelentísimos Ventrílocuos a cargo del presupuesto nacional.

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El viento, ética y estética

El revisionismo histórico confunde el tocino con la velocidad.

En el ala oeste del crucero de la Catedral de Santiago de Compostela hay un pequeño altar dedicado a su santo patrón en su versión mata moros. Espada en alto sobre brioso corcel, despacha mandobles sobre los sarracenos de Abderramán II postrados a los pies de su caballo, blanco naturalmente.

Clavijo, la reconquista, en fin, batallas de la Edad Media tan lejana como distantes son sus paradigmas éticos de los de nuestro tiempo.

Ni corto ni perezoso, hace algunas décadas ya, el cabildo compostelano decidió apaciguar la imagen cubriendo los bajos de la escena con una horrenda pradera de plástico verde para ocultar a los yacientes a los pies del caballo. Y se quedaron tan contentos dejando a Santiago alanceando musarañas.

Desde entonces crece por doquier una ola revisionista que trata de rehacer el mundo como si la Historia fuera moldeable como aquel blandiblú de los juegos infantiles. En unos casos para ganar batallas irremisiblemente perdidas, en otros para borrar personajes, como los soviéticos hacían tras la desaparición de cada uno de sus líderes supremos. Continue Reading

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El gobierno del Estado y el estado del Gobierno

La Fiscal General del Estado, ex ministra y activista socialista.

Atrincherado en la excepcionalidad que durante noventa días ha suspendido la normalidad democrática en la vida de los españoles, el Gobierno ha ido asumiendo todos los poderes del Estado.

La autoridad única que se arrogó al proclamar la guerra a la pandemia ha ido cuajando un único poder en el que el Legislativo embucha decretos de urgencia y la Justicia es tutelada por las otrora Fiscalía y Abogacía del Estado, hoy transustanciadas en terminales del Gobierno.

Si así está el Estado no es menos preocupante el estado del Gobierno. En una palabra: achicharrado. El cúmulo de embustes ha arruinado a buena parte de quienes confiaron en él. La coalición de progreso es un mero arrejuntamiento de intereses para el progreso, efectivamente, pero sólo de sus titulares. Continue Reading

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La mentira como trama

Un general norteamericano acaba de anunciar que no votará a Trump porque el presidente “miente todo el rato”. Y, además, se salta la Constitución. El personaje no es un peligroso izquierdista; se trata de un republicano moderado de toda la vida pero que vota con la cabeza. Así lo hizo apoyando a los candidatos demócratas habidos desde 2008, primero a Obama, luego a Hillary y este año lo hará por Biden.

Se trata de Colin Powell, a cargo de la seguridad norteamericana durante treinta y tres años. Desde asesor de seguridad nacional con Reagan, hasta Secretario de Estado con Bush II, pasando por la jefatura del Estado Mayor Conjunto con Bush I y Bill Clinton.

Retirado a sus 83 años, el general de cuatro estrellas que mintió en Naciones Unidas sobre el arsenal de Saddam Hussein, se ha plantado ante la trama de embustes que jalonan la política del actual presidente. Valor ciudadano, se llama lo que ha hecho en el canal de noticias más visto en el mundo. Continue Reading

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Sin vergüenza

Del falsete al do de pecho, todo vale al resistente fraudillo.

Cada nuevo día supera los niveles de rufianería alcanzados en el anterior. Me refiero a Pedro Sánchez, presidente del gobierno sancho-comunista instalado en el Reino de España. La sesión parlamentaria del 3 de junio ha marcado una cota que, a no dudar, será pronto superada por costoso que parezca. Pero lo conseguirán, él y sus alfiles y peones, incapacitados todos ellos para hablar con verdad de cuanto se ponga por delante.

La presentación del fraudillo comenzó en un tono tan morigerado que sonaba a falsete hasta que se vino arriba con un “¡viva el 8 de marzo!” que denunció tan prologada impostura. Y es que el personaje tiene un serio problema con la vergüenza. Tan grave que vende y reclama consenso mientras injuria, confunde y descalifica a los dos grupos parlamentarios de la oposición.

Carece de esa capacidad de estimación de la propia dignidad. La falta de vergüenza, la sinvergonzonería, es lo propio del individuo indiferente a cualquier consideración de carácter ético. El deshonor produce acciones ignominiosas. En eso estamos. Continue Reading

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