Es mi naturaleza pudo explicarse el triministro…
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Podrías llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón me picarás y moriría. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta. ¿No ves que si te pincho te hundirás y yo, como no sé nadar, me ahogaré también?
La rana, después de pensárselo mucho concluyó:
—Si este escorpión me pica en medio del río, nos ahogaremos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y dirigiéndose al escorpión le dijo:
—Bueno, lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la espalda de la rana y juntos empezaron a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto el escorpión picó con su aguijón a la rana. La rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Mientras se ahogaba sacó las últimas fuerzas que le quedaban para decirle al escorpión:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
El escorpión miró hacia abajo y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy; es mi naturaleza.
Y los dos desaparecieron bajo de las aguas del río.
Allá por la otra esquina del Mediterráneo, un tal Esopo escribió esta fábula hace dos mil quinientos años. Pudo haber sido ayer, visto el término del viaje hacia la normalidad democrática del popular González Pons y el sanchista Bolaños. ¡Al tercer día, el aguijón!
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