Quizá fue así como ha comenzado el final de la aventura sanchista. Se ha topado con un señor que habla como las personas normales hablan. Es decir, dicen lo que piensan y, por si fuera poco, piensan lo que dicen. Su discurso no cabe en un tuit, ni en las demás modalidades de expresión que nutren las redes sociales cultivadas por una leva de políticos indolentes, incapaces de emplear un par de horas en estructurar su parlamento.
¿Horas? Les basta y sobra con un par de minutos para transmitir un insulto, una descalificación, “no estorbe”, una sarta de mentiras que tapen la realidad de su desnudez. Un par de minutos les bastan para componer en el teclado del teléfono todo un programa de gobierno. Para qué hablar de ideas, objetivos, valores, en fin, definir su posición ante las cosas que pasan. Continue Reading ▶