Como Valencia en fiestas, el escenario de la política nacional aparece sembrado de esperpentos a la espera de la chispa que desencadene la gran taca final. Aquí los ninots son de carne y hueso, como los falleros que arman sin descanso la tramoya de los escándalos que llegan hasta el común, ya sin capacidad de sorpresa.
Este tipo de grotescos comportamientos está al alcance del mundo mundial y sin necesidad de recorrer plazas como las valencianas del Ayuntamiento o de la Merced, o la calle Convento de Jerusalén con Matemático Marzal. Desde hace unos meses los sirven acuciosamente los diarios de papel y los otros, ya más leídos que los impresos. Y se amplifican por las cadenas de radio, televisión, twitter, wasap, y demás plataformas en la red.
En qué acabará todo esto, aún no se sabe. De momento está destrozando todo lo que cabe ser destrozado; es decir, todo lo que tiene sustancia, enjundia. Va arrasando el solar nacional con una extraña precisión, tocando donde más daño puede hacer. El vacío creado por largos años de incuria valórica lo está ocupando una especie de contracultura destructora animada por sujetos que llegan a camuflarse de adalides de la decencia cuando no de restauradores de los mejores momentos de nuestra historia. Continue Reading ▶