Ayer desenfundó el diario global con un espectacular titular a toda plana, cinco columnas: “La declaración de independencia no recibe respuesta de Rajoy”. El hecho podría pasar a una antología del disparate informativo, o de cómo hacer política a través de los medios. Tal vez tratara El País de llevar a la práctica aquel análisis que el día 2 de este mismo mes publicó bajo el título “Y una portada despertó a Rajoy”, visto que hoy encabeza la suya con un “Rajoy reacciona y trata de unir a los partidos contra la secesión”.
¿Estaremos en puertas de una segunda edición de aquella falsa información sobre la aparición de un terrorista muerto en los atentados del 11-M de 2004? Fue difundida en la tarde del atentado por la cadena radiofónica de la misma empresa editora.
Rajoy no ha sido modélico en cuanto a la comunicación con los ciudadanos que gobierna. Tiene suficientemente acreditado su distanciamiento, la ausencia de empatía que todo líder debe procurar en un mandato democrático. Frente a los sediciosos que están marcando el pulso de Cataluña, y lastrando el de España entera, ha seguido una estrategia que desconcierta a la mayoría de los españoles. La frialdad de sus reacciones durante lo que aquéllos llaman “el procés” choca frontalmente con el temperamento nacional, más proclive al enfrentamiento que a la reflexión. Y no parece que estas calenturas se alivien con el frío presidencial.
Pero tengo para mí que a Rajoy le asiste la razón ante el desafío de los secesionistas, variopinta tribu en la que presuntos delincuentes que sienten en su cogote el aliento de la Justicia conviven junto a irredentos nostálgicos y con algunos agitadores. Continue Reading ▶






