El marido de Begoña no tiene quien le escriba. Como gallina sin cabeza va saltando sobre los charcos que él mismo provoca. La fiscalía, el constitucional y la abogacía del Estado corren detrás, prestos a reparar lo que sea preciso con el bagaje que tengan a mano. Desde la mentira a la difamación pasando por la denuncia, la querella o el mismísimo cierre del parlamento.
Ya lo hizo. Fue durante la pandemia, saltándose la ley como cualquier delincuente; lo sentenció el TC, naturalmente antes de la presidencia de Conde Pumpido. Tal vez por ello el anuncio hecho ante sus huestes de gobernar con o sin el parlamento fue recibido, parlamento incluido, como quien oye llover. Y sin embargo es la expresión más brutal del autoritarismo encarnado en el personaje.
¿Recuerdan aquello de “pero, de quién depende la fiscalía, pues eso”? La fiscalía ya le queda chica. Pues ahí está el asalto al Banco de España, convertido en baluarte del sanchismo más dogmático que la subgobernadora designada representa, para asesorar a Su Persona; y los que se avecinan en el resto de las Comisiones Nacionales abiertas a sus dictados.
¿Algo más? Sí, desalojar la soberanía popular del poder legislativo. Y así se cierra el círculo negro de las autocracias. Todo un pueblo sometido a un aventurero sin más criterio que la defensa de su posición, para lo que su carencia de principios le resulta sumamente útil.
Y ahí seguirá hasta que el lento paso del poder judicial reponga legalidad y principios en el espacio público subvertido por el caudillito. Con Maduro y Xi Jinping, referentes propiciados por el correveidile Rodríguez Zapatero, no cabe otra vía de escape.
La osadía que ilumina su deambular por el patio nacional se torna en pusilanimidad a la hora de asumir su responsabilidad en el mundo exterior. Le importa un bledo perder una votación más en el recinto de la soberanía popular por no sumarse a la inmensa mayoría del país en la defensa del ganador de las elecciones venezolanas.
Le tienen calado; el hecho de que González Urrutia estuviera durante semanas refugiado en la embajada de los Países Bajos hasta el día de su salida desde la española revela la magra confianza que despierta el gobierno español. Luego, dentro de quince días, Zapatero presumirá de cualquier cosa, verán.
Sometido a los chantajes que bien conoce de todos sus socios de legislatura, a la defección de algunos propios, ayer fue Ábalos, y sobre todo incapaz de tender un puente hacia el partido que ganó las elecciones, el de la mayoría absoluta en el Senado, que gobierna once regiones y el cuarenta por ciento de los municipios de España, esto no tiene salida.
El porque sí, a golpe de decretos y reglamentos, no se llega más allá de los jardines de la Moncloa. Será lo que le interese.