El problemón

 

No estamos acostumbrados a lo que pasa Definitivamente, vivimos un nuevo tiempo. Desconocemos cuál pueda ser su final, pero no hay un solo elemento que abra puertas a la esperanza en un mundo mejor. El derecho maltrecho por las nuevas leyes, el asalto a la división de poderes, el imperio de la mentira y el choteo gubernamental a la ciudadanía están acercándonos a las latitudes de los paraísos de Maduro y Ortega, o Putin.

Más que la malevolencia o simple estupidez de los protagonistas de este cambio cultural y valórico, tal vez sea peor su incapacidad y la ignorancia de las reglas de juego, aunque en esto último esté jugando su baza el llamado derecho alternativo: la creación de una legalidad nueva que, sin romper formalmente con la vigente, genere una cultura alternativa para preconizar derechos o intereses que se consideran desatendidos, o sometidos.

Los casos más notorios salen del repositorio gramsciano que los podemitas del sanchismo guardan en sus departamentos. El de la ley de sí es sí es el supremo paradigma. Una ley feminista, como la apellidan las Montero, Belarra y demás tribunos gubernativos.

Resulta enfermiza la afición de la peña por crear leyes destinadas a destrozar el principio de igualdad de todos los españoles ante la ley.

Después del borrado de la sedición, el manoseo sobre las inhabilitaciones y la recalificación de la prevaricación para comprar los votos de los golpistas catalanes y aliviar el dolor de ver en prisión a un expresidente del partido hace tan sólo ocho años, queda poco de lo que extrañarse.

Y en medio de este pandemonio, a va el líder supremo y llora desde un lejano Oriente que, para problemón, el que él recibió de Cataluña. ¡Hay que joderse!

Salvo para subsaharianos recién instalados aquí no merece la pena recordar que el golpe lo paró la aplicación de un artículo constitucional a instancias del presidente Rajoy con la firma del Sánchez, opositor entonces, que se empeñó en recortarlo en su duración e intensidad; que gracias al Tribunal Supremo los golpistas tomaron conciencia de lo que pasa cuando se juega con fuego, y que los ciudadanos catalanes siguen sometidos al yugo nacionalista y a la impericia de sus dirigentes, tanto políticos como sociales. ¿Qué parte de la herencia recibida resolvió?

Para problemón, el que este estupefaciente primer ministro está dejando a los pies de Feijóo. Un vasto campo minado en todos los ámbitos. De la guerra de Putin, naturalmente, él no tiene responsabilidad alguna, pero sí y toda de la respuesta de su gobierno a la crisis internacional derivada.

La experiencia sufrida con la pandemia no le ha servido de nada, salvo para evitar su exposición ante las dificultades y el triste hecho de no haber recuperado aún el nivel de la prepandemia. La perfidia con que está dopando los gastos que llama sociales, con el dinero que sustrae al ciudadano lacerado por la inflación, define la lealtad del personaje ante el futuro de sus connacionales. “El siguiente que arree”.

Hablando en serio: el gran problema se llama Sánchez Pérez-Castejón.

Por cierto, problemón es un palabro. Un presidente del Gobierno del Reino de España debería utilizar el español con mayor propiedad.

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Posted jueves, noviembre 17th, 2022 under Política.

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