Extraña mente la presidencial

El escenario de los hechos.

Mucho se escribe, y seguirá haciéndose porque esto va de mal en peor, sobre lo que Sánchez alberga en su cabeza, si es que pueda llevar algo más que esa granítica pulsión por seguir. Seguir, seguir… «si aún  quedan dos años», se ufanó en TVE.

Liados entre tantas mentiras, rectificaciones, libros en que estampó su firma, copiados o simplemente no escritos por él, los ciudadanos no pueden adivinar hasta dónde llegará la aventura del doctor cum fraude.

Ya están comenzando a saber que las leyes le importan un pepino, salvo las dictadas por él, obvio; que miente compulsivamente, obligado por el vacío ya no de principios, sino incluso de ideas propias; que la seguridad jurídica la sacrifica en el ara del uso alternativo del derecho; y hasta que no hay Dios que le aconseje cómo trajearse como es debido en una persona de su rango.

Pero lo de mostrarse orgulloso de haber vacunado a millones de españoles sin preguntarles de dónde son, en qué creen y qué votan, es para echarse a temblar. ¿Nazismo, comunismo, fascismo, integrismo yihadista, a qué le suenan las palabras del presidente del gobierno de esta nación, el responsable de su seguridad y libertad?

Y, además, ¿acaso todo lo de la pandemia no lo abandonó en manos de la cogobernanza?

Este tipo tiene tanta alergia a los costes eventuales de una decisión propia, como el gato escaldado al agua fría. Pero eso sí, una vez que la ola se da por pasada se auto condecora sin miramientos ni temor al ridículo en que incurre cuando resulta que la ola aún circulaba por la orilla. La propia pandemia le puso tres veces en esa circunstancia.

Pero lo grave es lo anterior: no pidió certificados de voto, ni fes bautismales, ni vetó a gallegos, madrileños, andaluces y demás naturales de regiones renuentes a tragarse sus encantadoras patrañas. Lo cual no quita que los responsables de la comunidad autónoma a cuya mesa hoy se sienta, cogobernanza en mano impidieran la vacunación en tiempo y forma a determinados ciudadanos, servidores públicos concretamente.

Lástima que los doctores Ramón y Cajal y Freud queden tan lejos en el tiempo, porque las neuronas de Mi Persona están pidiendo con urgencia un severo análisis. Su acrisolada mendacidad ha quedado superada por este desbarre propio de un autoritarismo napoleónico.; dejémoslo ahí, por ser respetuoso y no mentar al soviético, nazi o, en una palabra, criminal.

La gran cuestión es si  alguien así puede seguir dirigiendo la maquinaria estatal.

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Posted miércoles, septiembre 15th, 2021 under Política.

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