La encuesta o la urna

«La bolsa o la vida». La publicación de las encuestas que van pregonando las elecciones por llegar recuerda la inquisitoria con que el caco, navaja en mano, asalta al pobre transeúnte que el azar ha cruzado en su camino. No me cuente lo que pasará, no me pida lo que llevo encima; déjeme en paz hasta que esté la suerte echada. Las alegrías, como los quebrantos, mejor de una vez.

Ante el letargo de los defensores de otra manera de hacer política, los sondeos insisten en que a los españoles lo del sanchismo no les parece tan mal. Según el más fiable, Gad3, en su cesto siguen cayendo apoyos hasta hacer factible su renovación en el banco azul y el colchón de la Moncloa.

Recoge de aquí y de allá, léase Ciudadanos y Podemos, sin que ni en uno ni otro caladero se adviertan señales de alarma. No es extraño que a los de Iglesias les traiga poco menos que sin cuidado, al fin y al cabo el doctor cum fraude es su más brillante discípulo por lo que, en realidad, todo queda en casa; y mientras siga necesitando sus votos, por menguados que estén, su influencia se mantendrá viva.

Lo de Rivera se comprende menos salvo que, en el fondo, aspire igualmente a servir de soporte a un Sánchez necesitado de apoyo menos lesivo que el que le prestan golpistas y nacionalistas periféricos. Que ante la marcha triunfal del sanchismo ciña su estrategia a picotear candidatos en corrales ajenos para luego trampear las primarias para colocar los nuevos trofeos resulta de una frivolidad cercana a lo pueril.

No se sabe a qué esperan los populares para convocar a dos formaciones con que comparte tantas cosas, además de votos, con el fin de compaginar intereses comunes y superar el castigo que la ley electoral propina a quienes no conquistan la cabecera de cada distrito electoral. El centro sociopolítico español necesita tener claro en qué sociedad quiere vivir, sus aspiraciones y hasta dónde está dispuesto a defenderlas. Quien lo comunique con la claridad precisa para poder ser comprendido por todos hasta sentirse partícipes habrá ganado su liderazgo.

En ello parece estar la campaña de Casado pero su esfuerzo por subrayar ideas, valores e intereses es tan meritorio como podría resultar baldío si la mayoría moderada del país sigue desarticulada y carente de la fuerza necesaria para restablecer la normalidad, el sentido común, en el poder político.

La cuestión no es de nombres ni partidos, el gran desafío estriba en reponer la concordia como plataforma de convivencia.

 

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Posted martes, marzo 12th, 2019 under Política.

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