Vendetta tras las primarias

Sánchez, Revilla y el consejero Ruiz

Sólo a los políticos que apechugamos se les ocurre importar lo de las primarias para cubrir puestos directivos. ¿Se imaginan un proceso similar para designar al presidente de Zara, o de Facebook?

Puestos a copiar de otras latitudes ¿por qué no traer aquí la independencia con que actúan los poderes en Estados Unidos, la escuela de la que salen los altos funcionarios franceses, o el británico te de las cinco?

Lo de las primarias resulta más espectacular que efectivo, a juzgar por los resultados en las últimas elecciones norteamericanas. Y no sólo en el campo republicano donde floreció Trump, congénere de aquel Jesús Gil carpetovetónico; también el ala demócrata quedó bien servida eligiendo a la ex primera dama Hillary Clinton para conseguir perderlo todo, hasta las dos cámaras del Congreso.

En España sus resultados no han sido excesivamente dispares; ahí está Sánchez repuesto en el machito socialista seguramente para correr de nuevo suerte similar a la de la Clinton. Pero, eso sí, de aquí a las próximas elecciones está pasando la garlopa por todo el partido en un trabajo de ajusticiamiento propio de los peores sátrapas del comunismo soviético.

Para los dirigentes regionales o locales que apostaron por su rival en las primarias últimas, no hay esperanza, como ya experimentaron portavoces y otros cargos de representación del partido en las instituciones.

Ahí está el caso de mi Cantabria donde la vicepresidenta del gobierno autonómico y su consejero de Educación, Ruiz, están colgados a la lámpara tras la limpieza ejecutada por los ganadores de las primarias socialistas. No les quieren echar por malos administradores, simplemente porque defendieron otra candidatura. El que no está conmigo, está contra mí. ¡Dentro de un mismo partido!

No peligrará el gobierno que gracias a los votos socialistas Revilla hace como que preside, como tampoco peligran las corporaciones municipales de Madrid o Castelldefels, a pesar de todos los pesares posibles, incluidos los de la lealtad constitucional. Una cosa es el poder y otra muy distinta son los principios; con aquel no se juega, con éstos se aplica la doctrina marxista de estos son mis principios, pero si no le gustan los puedo cambiar. De Groucho, claro.

Se ve que no se aprende en cuatro días a vivir en democracia desde el respeto a la libertad de los demás. Y, además, salvaguardando la personalidad de cada cual y la identidad forjada a través de la Historia. Copiar no es en sí ni bueno ni malo, simplemente hay que hacerlo bien para no caer en el viejo aforismo italiano traduttore, traditore.

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Posted jueves, septiembre 14th, 2017 under Política.

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