La farsa catalana

La unión hace la fuerza

Habría que ver al santo Job del que hablan la Biblia y el Corán viviendo hoy en Granollers, por poner un sitio cualquiera de Cataluña. ¿Tendría aquel paciente señor la serenidad suficiente para seguir en lo suyo como si nada ocurriera en derredor?

Es lo que están haciendo millones de ciudadanos en aquella región que sin levantar una voz más alta que otra, aguantan estoicamente la farsa que protagonizan un tal Puigdemont y Junqueras en compañía de otros. La gran cuestión es ¿hasta cuándo?

Lo último, la última entrega del proyecto de ruptura, supera todo lo imaginable; como el viejo reclamo circense: “y ahora, más difícil todavía; lo nunca visto: el triple salto mortal sin red”.

Sin red ni trapecio siquiera porque los trapecistas están enredados entre bambalinas discutiendo quién tiene más larga su ambición. Y en la pista el ilusionista comienza a desesperarse porque de la chistera no acaba de sacar nada, ni conejos, ni palomas; nada, está vacía.

Palabras y más palabras escritas con la impostación de quien declama un cuento de miedo, que de eso va la escalada de la sedición. Miedo para acongojar a los ciudadanos catalanes y provocar al conjunto de los españoles. Aquello del Els Segadors: Amb la sang dels castellans / en farem tinta vermella.

Pero la farsa es demasiado ridícula como para dar miedo a nadie con dos dedos de frente; los cortes de manga comenzarán a multiplicarse entre quienes hasta hora asistían asombrados al sindiós nacionalista. Y se sentirán amparados viendo que las provocaciones no surten efecto al otro lado del Ebro.

Más importante que el Estado y sus poderes, quien tiene la fuerza necesaria para defender el sistema constitucional que garantiza libertades y derechos es la sociedad española. El Estado está pechando con la quiebra de una de sus instituciones, la Generalitat. Tiene poderes suficientes como cortar la función –se acabó el recreo- y poner en manos de la Justicia a los delincuentes sin necesidad de crear mártires.

Pero la sociedad es libre de aplaudir, silbar o incluso lanzar tomates sobre el escenario en que se desarrolla la farsa. Libertad como la que ayer ejercieron los tres expresidentes del Gobierno reunidos por el ABC. Más allá de sus diferencias, realmente hondas, se impuso la defensa de la igualdad y libertad de los españoles; lo sustancial. Sin marear la perdiz con presuntas contemplaciones con los farsantes, como aquello de la nación de naciones, el federalismo y demás abalorios.

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Posted miércoles, julio 5th, 2017 under Política.

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