Cantabria merece algo mejor

Populismo en vena

Cae simpático a mucha gente, se las arregla para estar en múltiples estudios de televisión, vender un libro de autoayuda, Ser feliz no es caro, y ser presidente de Cantabria en tres legislaturas sin haber ganado una sola elección. Todo a la vez. Así es Revilla, desde hace treinta años secretario general del Partido Regionalista Cántabro y hasta poco antes de la Transición exdelegado en Torrelavega de la Organización Sindical franquista.

Alejado de cualquier tentación ideológica, Revilla hizo del PRC el cesto donde recoger el fruto de la demagogia más ramplona y el desencanto de las disidencias ajenas.

Con la mayor naturalidad pasó de ser vicepresidente del gobierno regional y titular de la consejería que más fondos públicos reparte entre los años 1995 y 2003 con el PP, a presidente apoyado por el PSOE cántabro desde el 2003 hasta el 2011, y 2015 hasta hoy. Con este matrimonio de conveniencia logró arruinar a sus padrinos: de los trece diputados que el PSC tenía en 2003 pasó a cinco en las últimas elecciones. El PRC por su parte creció desde ocho hasta doce.

Desalojar del gobierno regional a los populares, que desde la primera convocatoria han venido ganando todas las elecciones, ha salido realmente caro al partido de Zapatero y Sánchez… y también a Cantabria, hoy más conocida para muchos por las excentricidades de su presidente que por sus valores naturales, culturales o económicos.

Las perspectivas económicas de la región demuestran que el populismo no da de comer. Si ya el pasado año el crecimiento de Cantabria se situó casi un punto por debajo de la media nacional, 2,3% frente al 3,2%, las perspectivas para el 2017 son aún peores, 2,5% frente al 3,5%, un punto menos, y alejadas de la media nacional que se situará según BBVA Research en el 3,3%. Para Revilla, la culpa es del Estado, mismo ámbito donde los nacionalistas descargan sus frustraciones; el Estado de la nación de naciones al que se ha apuntado el regionalista cántabro.

No es Cantabria terreno fácil para la política; encajonada entre el mar y la montaña, el Principado de Asturias y el País Vasco, la comunidad autónoma es demasiado chica como para emprender más altos vuelos y sustraerse a rencillas familiares. Salvo el populista que lidera Revilla no hay partido a salvo de crisis; desde la que produjo la disolución de la UCD hasta las actuales que minan las organizaciones popular y socialista, pasando por las habidas en los podemitas y ciudadanos recién implantados.

Una renovación profunda está llamando a las puertas de una sociedad tan apacible como la montañesa, que valora la estabilidad y castiga la inseguridad; poco amiga de cambios. Unas gentes que tomarán cuenta de que el motor de la política son los intereses generales y no la demagogia.

Que merecen algo mejor que el populista que presume de viajar en taxi a la Corte, donde obsequia anchoas y tutea a todo dios con improcedente compadreo.

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Posted lunes, julio 31st, 2017 under Política.

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