Los protagonistas de eso que ellos mismos han bautizado como “nueva política” no traen nada nuevo en las alforjas. Uno, el coletudo, bate todos los registros retrotrayéndose hasta Lenin. Los otros dos jóvenes aspirantes a mandar se quedan más cerca; el ciudadano Rivera lleva ya meses travistiéndose de Suárez, el socialista Sánchez acaba de hacerlo al aportar como gran activo a la vida nacional de la segunda década del siglo XXI aquel mantra, “puedo prometer y prometo”, con que el líder de la Transición presentó su candidatura a la presidencia del Gobierno ahora hace treinta y nueve años.
Nada nuevo ni mejor se le ha ocurrido al candidato socialista, y mira que hay motivos y argumentos para comenzar con ideales, ambiciones, aires nuevos la campaña electoral del 2016. Pues ni uno; Sánchez se limitó ayer a prometer decencia, diálogo y dedicación. Punto; más que programa parecían los votos de un novicio: seré bueno, simpático y trabajador.
Y como la imagen manda, su equipo decidió cobijar tan piadosa jaculatoria bajo el paraguas de aquel hombre de acuerdos y reformas grandes, hoy bendecido por la Historia. Aquel presidente del que un vicesecretario general socialista tildaba entonces de tahúr del Misisipi, o emparejó con el golpista general Pavía del siglo XIX.
Cuando la política era el arte de hacer posible lo necesario lo que Suárez pudo prometer y prometió en 1977 fue el programa de su primer Gobierno, la Transición. Concretamente: elaborar una Constitución entre todos, un pacto social como el de la Moncloa, la reforma fiscal y un marco para la autonomía de las regionales. En dos años todo aquello se hizo realidad.
Había un último punto, más que programático, expresión de un ideal: “Puedo, en fin, prometer, y prometo, que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”. A eso no le dio tiempo, y en el transcurrido desde entonces, tres décadas y media, el riesgo no se ha abortado.
Ambiciones como las de los nacionalistas catalanes no se encauzan yendo a presentar a Barcelona un gobierno en la sombra, sombra de la que quizá no acabe de salir. Para ser Gobierno los socialistas tenemos que ganar las elecciones, le advirtió ayer Susana Díaz en el acto programado para coronar al candidato. Unidad… hasta el 27 de junio. Y no digamos si llegan a pisarles los talones los de Unidos Podemos, qué gran eslogan para este tiempo de imágenes.
Total, ni ideales ni programa; corta y pega. De eso parece ir la campaña socialista. O de Sánchez, que quizá sea más exacto.