Campana de Gauss
“Seis de cada diez votantes siguen situados en las zonas templadas del espectro ideológico (centro y centro izquierda) pero se encuentran con que el PP y Podemos tratan de llevarles hacia los extremos”.
Así comenta El País los resultados de la encuesta encargada por el propio diario sobre lo que podría salir del próximo paso por las urnas: el PP se consolida en cabeza, mejorando cuatro puntos en los dos últimos meses, Unidos Podemos sobrepasaría al PSOE, que quedaría en tercera posición tras perder tres puntos, y cuatro son los que bajaría Ciudadanos hasta quedar con poco más de la mitad de votos que los populares.
Ante este nuevo orden entre los cuatro principales contendientes, a un mes vista de los comicios, el diario global reacciona enrabietado tildando de irresponsables a populares y comunistas por meter miedo en el cuerpo de los electores.
Se trata, acusa, de una voluntad polarizadora dirigida a deprimir el espacio de centro-izquierda, en el que sitúa a PSOE y C’s. ¿No estarán más bien los populares tratando de desmontar el tinglado antisistema que tantas cosas amenaza?
Dejando al margen el caso del nuevo frente levantado por Iglesias y Anguita, el análisis no puede ser más grosero. Encasillar en la extrema derecha a un treinta por ciento de los votantes es impropio ya no de un diario por diversos motivos ilustre, sino del tertuliano más inconsistente en la última red social.
El PP ha tenido el acierto de monopolizar prácticamente el espacio de la derecha, empeño en que respecto de la izquierda el PSOE fracasó hace más de una década. Pero confinar en la extrema derecha al conjunto de votantes populares es una simpleza desmentida por cualquier análisis sobre el auto posicionamiento de los españoles y por los propios resultados electorales. En la campana de Gauss que grafica el espectro político español, los votos se acumulan desde las elecciones de 1977 en el centro, hoy compartido por populares, socialistas y ciudadanos, fundamentalmente.
La pérdida de soporte que está experimentando la socialdemocracia no guarda relación con ninguna “confrontación a cara de perro”. Más bien debería buscarse en la irrelevancia de Sánchez y su equipo, incapaces de protagonizar la agenda política. Con el “Rajoy, no” como gran principio estratégico nunca llegarán a sitio de provecho; le están haciendo la campaña a los podemitas.
Cuando sólo un 68% declara que irá a votar, salvaguardando las distancias que pueda haber entre esta radiografía y la realidad, la encuesta abre una puerta a la esperanza de que este país nuestro al fin pueda tener la gran coalición precisa para resolver con solvencia los ajustes y problemas pendientes.
Gran coalición que requiere, eso sí, la salida del actual secretario general del partido socialista, lo que sucederá a poco que en sus filas se despierte el instinto de conservación.
Cualquier otra combinación resultaría insuficiente, con la radiografía que tenemos delante. Y puestos a hacer bien las cosas, con la fuerza que da una gran mayoría social y no sólo de escaños, la socialdemocracia no tendría que temer más de lo que corresponde, del acoso político que ejercerá la oposición podemita. La inmensa mayoría de los españoles no es “la gente” de que habla Iglesias, a quien, por cierto, conocen cada vez mejor.
