Más allá del ámbito penal, en el que también están concernidos, es su dimensión política lo que sentencia el futuro de Podemos. Del documento firmado por el expresidente Chaves hay un párrafo definitivo: “… según lo acordado en el referido consejo de ministros, el consiguiente apoyo económico que significará para la Fundación CEPS esta contratación permitirá estrechar lazos y compromisos con reconocidos representantes de las escuelas de pensamiento de izquierdas, fundamentalmente anticapitalistas, que en España puedan crear consensos de fuerzas políticas y movimientos sociales, propiciando en ese país cambios políticos aún más afines al gobierno bolivariano”.
Los siete millones y pico de euros que en diversas entregas recibieron los camaradas Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero, entre otros como Verstringe, no eran el pago de unas labores de asesoría, que también, sino una donación finalista para cambiar el curso de la política en España.
Es relevante que el inversor buscara tener aquí un país afín al gobierno bolivariano. Pero en las actuales circunstancias lo definitivo y más clarificador es el método que propone para propiciar los cambios políticos: “crear consensos de fuerzas políticas y movimientos sociales”.
En esas estamos.
Los datos puestos sobre la mesa pueden causar efectos inesparados. A media mañana de ayer Rivera pedía entrar en el gobierno de Sánchez para fortalecerlo, pero seis horas después no votó con sus socios socialistas la paralización de la LOMCE, presente en su «histórico acuerdo». Y escuchando a Girauta cabría pensar que el animoso partido del consenso selectivo está cayendo en cuenta de dónde puede acabar metido. Un gobierno apoyado por los agentes bolivarianos, activa o pasivamente, les hace cómplice de la felonía.
Mantener la ilusión de que su presencia impedirá que se cumplan los proyectos de la república bolivariana sobre España es propio de aprendices de brujo, y no creo que la aspiración de Rivera consista en ocupar el vacío que para ese papel dejó vacante aquel Rodríguez Zapatero. Pero la realidad es que Sánchez y sus edecanes siguen a lo suyo sin que se les haya caído la cara de vergüenza. ¿O es que ya estaban al cabo de la calle en lo del consenso para propiciar cambios…?
Y para qué traer ahora a colación el par de millones recibidos de la República Islámica de Irán, a través de su productora 360 Global Media S., con los que Iglesias se hizo todo un profeta del descontento. Nada fue gratis, ni las acampadas en la Plaza Mayor de Madrid, los disturbios en Barcelona, los empoderamientos feministas, anti recortes, escraches y anti desahucios de Colau…
En fin; más allá, mucho más allá, del Código Penal, que quizá acaben burlando por cuestión de fechas, está la ética con que se manejan los bien nacidos.
En el vodevil en que se ha travestido la política nacional cualquier cosa puede pasar. Sobre todo si no levantan la bandera de la sensatez quienes desde dentro y fuera de la esfera política, en una u otra orilla, ostentan alguna autoridad.