El diario histórico de la burguesía catalana parece haber despertado de los bebedizos independentistas que lleva años tragando con fruición. Sus proveedores quizá no hayan salido de su estupor tras leer el artículo editorial que ayer les dedicó La Vanguardia.
Pocas veces se habrá negado con tanta precisión lo que hasta ahora se afirmaba. Comienza a resquebrajarse el frente secesionista levantado con cargo a los presupuestos públicos y/o al 3% negro. Después de señalar la incongruencia de hacer una declaración unilateral de independencia sin disponer de un gobierno capaz de llevarla a término, escribe el editorialista del conde de Godó:
“Hay mayoría parlamentaria para proclamar esa virtual ruptura mediante una moción retórica, hiperbólica y mal redactada, y no parece haberla para formar gobierno. Hay mayoría para la huida hacia delante y no la hay para una gobernación coherente. Esta es la fotografía del 9 de noviembre del 2015, jornada que pasará a la historia de los errores de Catalunya, con el agravante de la parodia. Una pequeña, triste y deslavazada simulación del Sis d’Octubre de 1934, que puede poner en riesgo la autonomía de Catalunya, la amplia corriente de movilización social en favor del autogobierno registrada estos últimos años, y la propia autoestima de los catalanes.”
“No fue ayer un día alegre. No lo fue para gran parte de los ciudadanos de Catalunya. Sólo los diputados de la Candidatura d’Unitat Popular transmitían felicidad. ¡Con sólo diez escaños y el 8,2% de los votos han logrado arrastrar las aguas del Parlament hacia su molino! El grave error táctico cometido por la coalición Junts pel Sí y muy particularmente por Convergència Democràtica –el partido que ha gobernado Catalunya durante 28 de los 35 años de autonomía–, consistente en tramitar una resolución maximalista y rotundamente inconstitucional a cambio de nada, lo puede acabar pagando el conjunto de la sociedad catalana. No es inteligente. No es justo. No es necesario. No fue eso lo que se votó el pasado 27 de septiembre.”
Más claro, agua. ¿Sentirán que han sido manipulados? En cualquier caso no cabría hablar de arrepentimiento mientras no pidan disculpas a sus lectores por el embeleso a que les ha tenido sometidos bailando el agua a la tropa de sediciosos dispuestos a arrastrar a toda una sociedad en un ridículo salto al vacío para librarse de la justicia.
El cúmulo de acciones dispuestas por el Estado para salvar a los residentes en Cataluña de ese trance tal vez explique el cambio de actitudes que comienzan a florecer. Como la orden cursada por el fiscal jefe de la Audiencia al Director General de Policía de la Generalitat, a los Mossos d’Esquadra, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil para que comuniquen cualquier hecho que trate de ejecutar la resolución aprobada por el Parlament, una vez que sea suspendida por el Tribunal Constitucional.
Y el fiscal Javier Zaragoza añade que los actos de ejecución de ese mandato ilegal por cualquier autoridad o funcionario público podrían constituir “no solo delito de sedición, sino también de prevaricación, desobediencia, usurpación de funciones o uso indebido de fondos públicos”.
Comienzan a oírse las respuestas proporcionadas anunciadas por Rajoy.