En río revuelto

Sánchez en el barro

Sánchez en el barro

Manda huevos, que decía el actual embajador de España en la corte de St. James. Pedro Sánchez ha tenido el tupé de reunir a su comisión ejecutiva en las márgenes del Ebro desbocado. No cabe mejor ejemplo de lo que puede llegar a perpetrarse por cobrar unos votos en medio de la desgracia. Tras los posados de rigor, el mandamás socialista se reunió con alcaldes y otras fuerzas vivas de la ribera aragonesa.

Dentro de las tropelías que forman parte de la baja política en curso, la de este pescador en río revuelto pasaría como una más, y no de las mayores, de no ser porque…

En junio de 2004 una de las primeras medidas que tomó el gobierno Zapatero fue la derogación del trasvase del Ebro. La ministra responsable, Narbona, dijo textualmente: “El trasvase del Ebro no se hará ni ahora ni en ningún caso porque es inviable e injustificable”. Por decreto ley, como si cortar el trasvase de aguas entre los ríos Ebro y Segura fuera la más urgente cuestión de Estado a que se enfrentaba el flamante gobierno socialista, las cuencas levantinas siguieron sin el agua que al Ebro suele sobrarle. Y así hasta hoy.

Diez meses más tarde aquel mismo gobierno, con el apoyo de los partidos catalanes, ratificó tan urgente decisión anulando de paso el Plan Hidrológico Nacional del Gobierno Aznar. En la ocasión, y esta vez en el Congreso, la misma ministra afirmó que acababan de dar “un primer paso importante para la reorientación de la política del agua y eliminar una obra, como el trasvase del Ebro, conflictiva, e inviable económica, ambiental y técnicamente”.

La conflictividad estaba reducida a la batalla por el Delta de los nacionalistas catalanes, también entonces padrinos del gobierno; la inviabilidad económica y técnica se asentaba en cálculos de pizarra y cartabón, y de la ambiental ¿qué decir ahora, visto los desmanes que las aguas producen cuando no disponen del aliviadero de cauces adecuados?

Además de querer reescribir la historia lavando la responsabilidad de su partido en la desgracia, y las que vengan, Sánchez ha vuelto “a pisar el barro” para sacudirse de encima las pirañas que le acosan ya no sabe si por debajo, por encima o en sus propias espaldas.

Eso sí, cuenta para ello con la connivencia de la política informativa y maquinaria de propaganda del partido hoy en el Gobierno, el mismo cuyo Plan Hidrológico se cargaron los socialistas en 2004 por una razón de peso: “es un compromiso electoral del PSOE” (Narbona dixit).

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Posted lunes, marzo 9th, 2015 under Política.

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