Sin ninguna razón aparente Begin the beguine, la canción que compuso Cole Porter en 1935, es aquí conocida como Volver a empezar. Quizá haya sido cosa de la inveterada incapacidad nacional para el dominio del inglés, al fin y al cabo begin y beguine son dos palabras bastante similares, tanto gráfica como fonéticamente. Pero lo que Porter escribió decía algo así como “Al comenzar el beguine, me vuelve el sonido de una música tan tierna, de una noche de esplendor tropical…”.
La cursilada, que envuelta entre violines tenía un pase en el contexto de un musical de aquellos años, triunfó a partir de la primera grabación que hizo un español amigo del autor. Sin letra, popularizó la melodía aquel mismo año 35 a través del programa de radio que emitía desde el hotel Waldorf Astoria, residencia de Porter cuando trabajaba en Nueva York. El amigo era un violinista catalán que tras su paso por Cuba descubrió cómo hacerse millonario versionando ritmos latinos con una orquesta de sabor caribeño. Su nombre, Xavier Cugat.
Cada vez que oigo lo de abrir un período constituyente, a un político en busca de parroquia o al analista que sigue la corriente, tarareo inconscientemente el beguine, esa especie de rumba romántica que aquí ni Julio Iglesias acertó a traducir. Volver a empezar, volver a las andadas, reabrir el melón ¿por qué y para qué?
Porque lo dice esa especie de falso parlamento que abre sesión nocturna en algunas televisiones con personajes sin más beneficio que el de haberse hecho conocidos porque salen en la tele. “Ese es famoso porque sale en los programas de famosos…”. Pues algo así.
Este gran país acabará tragado por el sumidero de la historia mientras los debates políticos sigan sustanciándose en esos ínfimos niveles. ¿No tienen nada que hacer, ni qué decir quienes al menos cuentan con la representación de los ciudadanos que un día les votaron? No resulta fácil de entender esa especie de suicidio colectivo a que parecen abocados por su pasividad, silencio, ausencia.
Estúpidos; sigan así y volveremos a empezar, efectivamente. Pero no será tan fácil como hace cuarenta años.