La información y el Gobierno

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¿Por qué los servicios informativos del Gobierno no precisaron los resultados de la pantomima del 9-N la misma noche en que la Generalitat dio su versión? De haberlo hecho habrían evitado que varias cadenas de televisión en diversos países comenzaran sus informativos diciendo que en un ochenta por ciento los catalanes quieren ser independientes.

Pues eso ocurrió en la noche del domingo. Claro que hay un pretexto: si para nosotros aquel acto era ilegal y no comportaba consecuencia alguna, ¿por qué íbamos a ocuparnos de él? Podría ser la respuesta de cualquier portavoz gubernamental, coherente con la postura sostenida durante todo el proceso. Pero la sorpresa que se llevaron cancillerías, círculos empresariales y los ciudadanos que hubieron de tragarse la pócima propagandística de los de Pujol debería hacer reflexionar a los responsables de ¿el Estado, el Gobierno, la marca España?

No es de recibo tamaña carencia de reflejos, por no hablar de responsabilidad, que también. La realidad se comportó como era previsible, los promotores de la secesión se dieron un batacazo pero pocos pudieron enterarse de que así fue. Según sus propias cifras no pasó del 29% el número de ciudadanos que votó por la independencia –corrijo de paso el 32,8% que cité en la noche del domingo-; la operación internacional de imagen habría quedado anulada si fuentes solventes hubieran transmitido la realidad.

Viene arrastrándose esta sinrazón desde el comienzo de la peripecia. Los sediciosos controlan la agenda, marcan los tiempos y activan los mensajes frente a una pared de frontón con una raya roja bien marcada, eso sí: “Constitución, y de ahí no paso”.

Pues no es lo que corresponde. La sociedad precisa información y la información, responsables aplicados a la tarea. El mutismo genera clamores y engendra extremosidades. Primero fue por la banda izquierda, ahora toca en la derecha; el centro tampoco está libre del solivianto.

Que las cosas caen por su propio peso lo dice la ley de la gravedad, pero aquí no estamos ante problemas de física; los políticos son más bien de química. ¿Tan imposible resulta a un gobierno democrático superar ese déficit de empatía que tan caro le está saliendo a la convivencia nacional?

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Posted martes, noviembre 11th, 2014 under Política.

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