“La solución al problema catalán no es judicial sino política”. Es el nuevo mantra de los dirigentes socialistas. ¿Una política al margen de las leyes? En eso poco difiere Pedro Sánchez de Oriol Junqueras, o del trilero que con argucias, al decir de sus fiscales amigos, mantuvo enhiesta la convocatoria del referéndum que no lo era para poder llegar a serlo…
La solución pacífica y efectiva de los conflictos en el seno de una comunidad política requiere reglas de juego claras y aceptadas por todos; difícilmente se resolverá contencioso alguno si una de las partes se salta el reglamento a la torera. Y no hay otro reglamento que la democracia: los parlamentos hacen la Ley que los poderes ejecutivos hacen cumplir y los jueces sancionan.
Lo demás se llama dictadura, donde la voluntad del caudillo se hace ley, o la casa del tócame Roque, despelote anarcoide propio de movimientos ciudadanos antes de cuajar en dictaduras. Ni en uno ni en otro de estos paraísos es posible resolver conflictos por la sencilla razón de que no hay reglas de juego establecidas a las que atenerse. El rule of law que dicen los británicos, el principio de legalidad. La legalidad, signo de la racionalidad que escribió Montesquieu hablando del espíritu de las leyes.
Que el gran partido del centro izquierda nacional muestre tan escaso aprecio por la exigencia básica de todo Estado de Derecho es descorazonador. Francamente.
Si hay o no suficientes elementos objetivos como para sancionar penalmente las conductas de los responsables políticos del 9-N es cuestión a evaluar y resolver por los tribunales. Quizá tantas tretas y demás valerosos comportamientos del presidente de aquella comunidad autónoma le permitan escabullirse del imperio de la Ley, pero políticamente el sujeto no tiene pase. Éticamente tampoco. Mártir o no, su recorrido será más corto que largo. Al tiempo.
El pretexto de no crear mártires entre quienes abusan de sus poderes para romper la convivencia ciudadana es impropio de quienes han gobernado el país tantos años y, lo que es más riesgoso, tarde o temprano pueden volver a hacerlo.
¿Acaso las leyes no están para ser cumplidas?
No todo vale en la escalada hacia el poder; recuerden los ansiosos por conquistarlo aquello del Evangelio, quien a hierro mata, a hierro muere. Despreciar el valor de la Ley es cavar bajo sus pies la tumba propia.
La Nación, que tiene vida mucho más allá de lo que cuentan en los medios tertulianos y demás agentes políticos, merece respeto.
Que los Catalanes recuerden a su amantisimo Pujol, que no solo se lleno los bolsillos con miles de millones de euros durante mas de 30 años de todos los ESPAÑOLES, sino que os estuvo tomando el pelo a todos los catalanes. Ahora teneis otro candidato a dictador y vais a arruinar no solo Cataluña sino el sentimiento y cariño de toda España porque nosotros no seremos arrastrados por vuestra miseria y no tendreis a quien recurrir con imploraciones de ayuda por vuestra lrepotencia y avaricia, y espero que España no sea el primero en ayudaros. Llorareis muchas familias delante de la Embajada Española pidiendo visado para entrar en esa España que ahora odiais tanto.