Fullería: “astucia, cautela y arte con que se pretende engañar”, define la Real Academia de nuestra lengua común. Y fullero, quien hace fullerías.
La actualidad viene enmarcando en tal categoría a dos personajes quizá de distintos pelajes pero empeñados ambos en tomar el pelo a los españoles. Uno es el presidente del gobierno regional catalán; el otro, un juez en excedencia que se proclama candidato al parlamento europeo. Lo del primero es una tabarra; lo del segundo, simplemente ridículo.
Con más trampas que las películas de chinos, cada cual trata ahora de llamar la atención internacional sobre los embrollos en que sus malas cabezas han terminado metiéndolos.
El catalán se autoproclama “President of Catalonia” en una web montada por su peculiar servicio diplomático para dar respuesta a las innúmeras consultas que dice recibir del exterior acerca del alumbramiento de su pequeño estado. Y el juez excedente pide observadores internacionales en el juicio a que se enfrenta. Lo hace a través de su abogado defensor que dice no tener. Y concreta que los observadores vengan del parlamento europeo, allí donde aspira a ocupar plaza, visto que aquí ha perdido la que tenía de juez.
Cuando personajes de esta naturaleza piden observadores internacionales, una de dos: o no tienen sentido del ridículo, o piensan que viven en Corea del Norte. O en Venezuela por no ir tan lejos. Triste en ambos casos.
Y además, patético, porque a uno y otro, don Arturo y don Elpidio, se les suponen niveles culturales por encima de la media nacional. Ver al presidente de una de las diecisiete autonomías en que se organiza el Estado contar la historia del noble conde Wilfred the Hairy –así llaman al bueno del Velloso– sólo es comparable a las teatrales rabietas con que el juez que dejó de serlo trata de hacer saltar su proceso por los aires. Ayer el sinvergüenza se delató con un «esto es lo que yo quería que pasara» tras la bronca organizada por sus seguidores en la sala.
Si el primero confía en que su web hará ver la luz a los gobiernos de la UE, OTAN, ONU y demás instancias multinacionales, el segundo llegará hasta a hacer el pino en la sala de audiencias con tal de llegar libre de sentencia al día de las elecciones europeas; como si tuviera los votos necesarios para ganar plaza. O como si el catalán no fuera a ser arrollado por el tranvía que ha puesto en marcha sin frenos ni marcha atrás. Pobres fulleros sin vergüenza.