Tras las lluvias asoma una primavera caliente; tórrida en la calle. Entre la crisis y el sol de la hora cambiada –¿qué habremos hecho para vivir en la hora de los alemanes y no la del meridiano de Greenwich que cruza la comunidad valenciana?- las protestas, acosos, broncas y huelgas proliferarán como los perrechicos por San Jorge. Al tiempo.
Y si a la expresión del cabreo de tantos se suman otros cuantos haciéndoles la ola, esto será el acabose. Ayer hubo una pequeña muestra en el Congreso. Presuntos estafados por la venta indiscriminada de preferentes fueron invitados de los socialistas a la tribuna del público; por segunda vez en un par de semanas. Al popular que le tocó hablar del asunto menos lindo lo llamaron de todo, de cabrón y chorizo para arriba. Pusieronlo cual no digan dueñas, que diría Don Quijote, entre aplausos enfebrecidos de los radicales y de una parte de los diputados socialistas.
Diputados socialistas que se encargaron de suplir a los faltones, una vez desalojados, dirigiendo sus insultos a los populares. La cordura llegó del brazo de Manuel Chaves, expresidente del partido durante muchos años. Calló a la compañera que tenía detrás con un contundente manotazo sobre su pupitre y espetó al diputado Odón Elorza una frase con méritos suficientes como para ser esculpida en bronce sobre las entradas del hemiciclo: “¿Pero tú sabes en qué partido estás?”
Es una gran pregunta para los tiempos que corren. Las cámaras, ámbitos creados para atemperar, incluso enfriar los ánimos calentados por la confrontación, siempre tendrán en sus bancadas minorías radicales, pero que esos elementos excéntricos vivaqueen en partidos de gobierno comienza a ser un tanto anómalo. Como anómala es la marcha atrás en un acuerdo, como al que llegaron socialistas y populares, precisamente sobre el asunto de las preferentes, por la presión callejera. Esa pulsión a pescar en río revuelto nunca ha llevado a buen puerto.
Además del exalcalde de San Sebastián, ¿saben las señoras Valenciano y Rodríguez en que partido están? Porque que la diputada Rosa Aguilar, antes alcalde comunista de Córdoba que ministra con Zapatero, se sumara al follón porque no lo tenga claro podría comprenderse, pero no en el caso de las portavoces del partido y del grupo parlamentario que preside Rubalcaba.
Los responsables de las formaciones políticas deben respeto a los contribuyentes; todos, pero unos más que otros.