Hoy no toca Cataluña. Tampoco la última tontería del lendakari en funciones; nunca tuvieron los vascos al frente de su gobierno un sinsorgo como el que sale rompiendo la legalidad. Eso es el atentar contra la estabilidad financiera reponiendo la paga de Navidad por su cuenta, o más precisamente, a cuenta de la caja pública.
El personaje fue tenido por prudente, incluso algunos hablaron de Patxi como caballo blanco para sacar a los socialistas del socavón. Breve ilusión; no sólo quien fue su homólogo catalán está achacado de veleidades suicidas. Al lendakari López no se le ocurrió cosa mejor en el mes de mayo que instar un recurso de inconstitucionalidad contra la política de reformas económicas del Gobierno nacional, dicho de otra forma, del partido que le sostenía en la lehendakaritza. Y claro, quedó colgado de la brocha.
Quizá desvaríos tales traigan consecuencia de vivir tantos años a costa de los presupuestos públicos; veinticinco han transcurrido desde que López entró en el Congreso de los Diputados, y su periplo no ha concluido; además de parlamentario vasco sigue siendo secretario de relaciones políticas del PSOE. En el caso del pequeño caudillo catalán, han pasado 30 años desde que entró a trabajar en el departamento de comercio y turismo de la Generalitat.
Pero no son estos los personajes del día, sino los funcionarios del poder judicial que se han plantado. Dicen que del ministro no quieren saber nada, que sólo hablarán con el Presidente del Gobierno. Y si no, la huelga. Pues toca huelga. Lo otro podría traer aún peores consecuencias, como se vio hace un año en Chile.
Allí no eran jueces sino estudiantes y profesores quienes el pasado año llegaron a juntar cuatrocientos mil manifestantes en las calles. Tras meses de conflictos se negaron a hablar con el ministro del ramo. El presidente Piñera cedió, trasladó a Lavín de ministerio y el 3 de septiembre recibió a los líderes de las protestas encabenzados por la bella Camila Vallejo, PC . Consecuencias: el exitoso ejecutivo que funge de presidente malbarató su equipo de gobierno, quebró la confianza en el seno de su Alianza y el respeto de la sociedad. Naturalmente los problemas del sector siguieron tan campantes y el Presidente mantiene desde entonces unos índices de aceptación lamentables, del orden del 30%.
Es lo que tiene ceder a los desplantes.