Segura, expresidente de la CNMV
Pequeño conflicto en el órgano regulador del mercado de valores español. Una auditoría de la Intervención General de la Administración del Estado obligó hace ahora un año a suspender los vales de comida de que disfrutaban los empleados de la CNMV. La CNMV no hizo caso, los empleados siguieron echando mano de los vales hasta el pasado mes de mayo y ahora la propia CNMV reclama a los beneficiados la devolución de lo ingerido… a razón de dos euros por día. Y claro, los afectados dicen que verdes las han segado. O que les quiten lo bailado.
La intrahistoria es reveladora del nivel ético y estético en que se mueve un aparte de este gran país. Resulta que los vales de comida y ayudas al transporte fueron ofrecidos por la dirección de la Comisión como engrase para acordar un convenio colectivo en paz. Ejemplar manera de enfocar las relaciones laborales, en la que no queda claro dónde la vergüenza se agostó antes, si entre quienes dan o los que toman.
El argumento de los empleados –la culpa de haber seguido tirando de vales la tiene la mala organización de la empresa- puede acabar liberando sus nóminas, ahora amenazadas con la restitución de los dos euros, pero el aviso de adoptar todas las medidas pertinentes para atacar una decisión contraria al derecho laboral, ya es de otro costal.
Es la cantinela de los derechos adquiridos, caiga quien caiga y lo que pueda caer. Así va la tropa. Ya puede pronosticar el FMI que caerán chuzos de punta, el paro seguir subiendo y el PIB bajando, que aquí de sus trece no se mueve ni Dios.
