Por fin dieron una en el clavo: los socialistas ponen la muerte digna sobre la mesa del Congreso. Es la panacea progre para salir de ésta. Con la prima sobre el medio millar, el IVA a punto de subir, el déficit público creciente y la bolsa menguante, los funcionarios que hacen la marea negra y los mineros la verde, Mario Conde lanzando otro partido visto que la srta. Pepis no le da bola, bancos de toda la vida tratados como chiringuitos de alto riesgo, Almunia que no para de hablar… en fin, en esta España que se abrasa de calores a las puertas del verano, a los de Rubalcaba no se les ocurre mejor lenitivo que resucitar la llamada ley de muerte digna.
Muy mal deben de estar viendo las cosas como para haber desembocado en salida tan drástica. Será que no confían ya ni en la Selección que llaman La Roja. ¿Habrá llegado el momento de aplicarnos la muerte digna colectivamente? Lejos quedan ya imágenes de resistencias que acabaron de mala manera, la Numancia de Viriato, la Zaragoza de Agustina y tantas otras. Antes eran romanos, franceses, filipinos o los mismos moros en Annual; ahora, los mercados, las agencias calificadoras y especuladores del tres al cuarto.
Una ley que, faltaría más, pretende consagrar nuevos derechos: el derecho a la información asistencial, el derecho a la toma de decisiones, el derecho al tratamiento del dolor, al acompañamiento y a la intimidad. ¿Será por falta de derechos? Más madera, que dijo el gran Marx, Groucho naturalmente.
El proyecto sería enmendado por los nacionalistas pidiendo traductores para mejor interpretar los deseos del beneficiario de tal Ley y los comunistas exigirían la nacionalización del nuevo servicio. Largas negociaciones entre las minorías mantendrían entretenida a la cámara medio año más. Mejor, apuntaría la Merkel, así nuestros hombres de negro podrán hacer su trabajo sin molestas interferencias de estos tipos, los españoles, que no consiguen de sus landers ni siquiera el cierre de las ridículas representaciones que mantienen con nuestro dinero por medio mundo.
¿Cabe otra forma de tomarse en serio patochadas como la iniciativa comentada? Sólo el humor nos hará libres. Y el trabajo, claro.