Tienen anunciado que el viernes 19 aprobarán alguna medida más dentro de los ajustes iniciados hace un año. Quince meses haciendo como que hacen. Fue en mayo del 2010 cuando bajo el dictado exterior el presidente anunció un ahorro de 15.000 millones, de los cuales 12.500 en 2011. Leídas hoy aquellas propuestas producen sentimientos encontrados, desde vergüenza ajena hasta el cabreo más rotundo. El caso es que, desde entonces, aquí se han tomado más medidas que en una sastrería. Eso sí, perfectamente inconexas.
Los desafíos requieren algo más. Paro y déficit, crecimiento prácticamente nulo en dos años pero con inflación, tensiones de liquidez y la solvencia rebajada, encarecimiento de la financiación y la Administración primer moroso del país. Demasiadas teclas para una sola mano.
La situación no está para arbitristas. La R.A.E. define al arbitrista como “persona que inventa planes o proyectos disparatados para aliviar la Hacienda Pública o remediar males polìticos.” No cabe mejor caricatura de los mandamases socialistas en el puentede mando. No saben donde iremos a parar; siempre a remolque, taponando agujeros y llamando reformas estructurales al simple calafateado.
No siempre tuvo tan negativa connotación el arbitrismo, incluso fue una corriente de pensamiento económico relevante en la España de los primeros Austrias, con algún precursos de otras corrientes como el monetarismo. La mala prensa que los adorna parte en gran medida de los estudios de Manuel Colmeiro, Senador y académico gallego de la Historia para quien la acumulación de oro y plata en el XVII impulsada por aquellos tontos muy peligrosos fue causa principal de aquella crisis económica y subsiguiente decadencia española.
Nada nuevo bajo el sol, pues. Esperaremos los anuncios ya anunciados, leña a las farmaceúticas, adelanto de impuestos a cuenta y, dando por perdido el centro del electorado, algún guiño a la banda izquierda en cuestión de impuestos, ganancias de capital y altas rentas. Berlusconi les ha dado una pista. Y si no van más allá, volviendo a gravar el patrimonio, por ejemplo, es por dejarle una carta que jugar al candidato Pérez Rubalcaba a quien ya sólo le falta traerse a Krugman. Pobre.