Zapatero fue a Londres, posó con Cameron y Cesc el balonpedista por el que suspira el Barça y desmintió el comentario publicado en esta bitácora en la noche del sábado, Esperando a Eta. Dice que es “pura ciencia ficción” el que el Gobierno esté esperando un comunicado en que ETA anuncie su disolución para convocar elecciones.
Al tiempo. De momento poco a poco van cayendo las tres condiciones que la banda le ha hecho llegar: acercamiento de presos, legalización de Sortu y olvido de la doctrina Parot.
En lo que va de año se han producido 26 traslados de etarras a cárceles del País Vasco, Nanclares de Oca (Álava) o cercanas, como los penales de Zuera (Zaragoza), Villabona (Asturias) y Logroño. La explicación formal está en la política de premios y castigos que diseñó Rubalcaba para debilitar el “Colectivo de Presos Políticos Vascos”, EPPK.
Sobre la legalización de Sortu por el llamado Tribunal Constitucional caben pocas dudas después de la de Bildu; servirán los mismos argumentos contra los mismos informes de las fuerzas de seguridad.
Y la anulación de la sentencia del Tribunal Supremo conocida como la doctrina Parot está en curso en el seno del citado Constitucional. Ese futuro hombre de paz, pronto en la calle, llamado Arnaldo Otegui lo tiene advertido: “Los instrumentos del pasado, desde la Ley de Partidos hasta la doctrina Parot, deben ser desactivados si queremos construir un proceso de diálogo multilateral”.
Posiblemente las tres concesiones estén listas en octubre, momento en que los terroristas podrían anunciar un nuevo alto el fuego para tres años más. Todo hace pensar en que sí. No será la disolución, ni la entrega de armas, pero como baza electoral algo podría valer, ¿no es cierto? Será en plena campaña electoral y Zapatero seguirá negando que estuviera esperando a ETA. Con la misma convicción con que negó la existencia de la crisis. Pobre.
Qué pena tener un presidente cuya palabra no vale más que el agua de borrajas.