Ahora toca a los populares sufrir el frío de la Justicia. Camps puede sentarse ante un jurado en plena campaña electoral. Acusación: cohecho pasivo impropio, o haber recibido de una banda de pillos apandadores regalos por importe de 14.000 euros, los famosos trajes de Milano y Forever Young, . No es colaboración con banda armada, ni prevaricación, pero un banquillo siempre es un banquillo.
Me caben pocas dudas acerca de lo que el interesado debe platearse ya: suspender sus funciones en cuanto sea citado por el magistrado Juan Climent, presidente del tribunal del jurado que enjuicie los hechos. Eso ocurrirá previsiblemente mediado el mes de septiembre. Camps podría dejar desde ya la presidencia de la Generalitat valenciana, una vez conocido el auto del magistrado Flors que decreta la apertura de juicio oral. O no; pero en septiembre no tendrá alternativa.
Y es a él a quien corresponde tomar la decisión de honrar el título de muy honorable que reviste su función. Será a no culpable; el cohecho pasivo impropio delito que le imputa el juez Flors, está penado con multa; podría pagarla y el asunto quedaría judicialmente zanjado, pero no políticamente. Salvo que quedara demostrada la improcedencia de la acusación, lo que adicionalmente significaría que Camps no mintió en sus declaraciones ante el instructor.
La catadura de los personajes que rodean los hechos, la banda del bigotes, su patrón, el llamado sastre que no lo es y demás, induce a pensar cualquier cosa. Tal vez por ello los valencianos ratificaron su confianza al presidente de su gobierno autónomo hace dos meses y medio. O quizá porque durante los ocho años anteriores demostró ser un buen presidente. O porque no tenían alternativa real. O porque ahora se puso de moda el azul popular; por lo que sea. Pero si mintió para zafarse de un delito, por leve que éste parezca, Francisco Camps tiene que dejar limpio el camino a su partido.