El triunfador del 22-M se reunió ayer con sus presidentes regionales y “les consensuó” un programa para las instituciones locales que gobernarán en once días. Objetivo: empezar a salir del hoyo en que el país enflaquece. Los de la acera de enfrente dirán que eso no es plan; la semana que viene preguntarán que cuándo va a explicarse Rajoy y demás lugares comunes que florecen en la pobre dialéctica que nos atosiga -bueno, al que se deje-.
Pero sí que ha presentado un programa –Documento Reunión de presidentes– centrado en una serie de medidas y condiciones para facilitar la creación de empleo, y mayores niveles de austeridad y transparencia en las políticas públicas de ayuntamientos y comunidades. Se supone que el mismo afán guardará para el gobierno de la nación.
Ciertamente, en los últimos años pistas sobre sus intenciones y programas Rajoy ha dejado las indispensables; ni una más. Y cierto es también que nunca le han sido reconocidas. Es lo que tiene la silenciosa caza al acecho, de apariencia tal vez menos gallarda que la del rececho. El caso es que negro o blanco el gallego ha acabado cazando al ratón; a pesar de los Jiménez Losantos de turno.
Ayer han dejado dicho que “el Partido Popular se compromete a poner en marcha una estrategia coordinada de reformas para salir de la crisis económica, recuperar el prestigio de las instituciones, mejorar la cohesión social y territorial y ampliar los ámbitos de libertad y consenso.”
Suena bien, desde lo del prestigio de las instituciones hasta el consenso.
¿Y el presidente y vicepresidente del Gobierno cuánto tiempo necesitarán para poner el huevo en pié? Porque ya llevamos diez días perdidos.