Cada treinta años

En el Foro de la Sociedad Civil decía el lunes en Madrid Víctor Pérez Díaz que los problemas de hoy tienen difícil arreglo; es más, apuntó  que probablemente estemos en el final de un ciclo iniciado hace treinta años, tan brillante o más para la convivencia, la modernización y desarrollo socioeconómico del país como lo fueron períodos semejantes en los dos siglos anteriores. Y ponía como ejemplos los treinta primeros años del reinado de Isabel II, cuando comienza a construirse el Estado liberal tras el extemporáneo absolutismo fernandino, y el período que a caballo entre los dos últimos siglos inicia la restauración canovista y cierra la dictadura de Primo de Rivera.

A partir de ahí uno se pregunta si nuestros días terminarán como aquellos anteriores paréntesis de libertad y progreso, los únicos que este país llamado España conoció en doscientos años.

¿Será posible que esta sociedad sea incapaz de vivir más allá de treinta años en paz consigo misma?

La Transición fue un gran ejercicio de concordia. Los recuerdos bárbaros de la guerra civil contribuyeron a trenzar un consenso inaudito en nuestra historia. Se constitucionalizaron cuestiones que, perdidas la generosidad y buena fe de aquellos años germinales, han contribuido a provocar lo que pasa. Por ejemplo, la partitocracia.

Los partidos sacados entonces con fórceps de la nada para racionalizar los primeros procesos electorales han acabado monopolizando los principales resortes de la sociedad. Además de laminar la separación de poderes, por supuesto. Su metástasis y el caciquismo que provoca en militantes y votantes hacen poco menos que milagrosa una regeneración interna del sistema.

Consolémonos con  Churchill y aquello de esto no es el final, ni siquiera el principio del final, pero quizá sea el final del principio. En una de esas nos hacemos normales.

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Posted martes, junio 2nd, 2009 under Política.

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