Se suceden breves noticias sobre desafecciones en partidos políticos. Últimamente, y tras la crisis de los socialistas catalanes, toca a los populares. No es baladí la tensión creada por los nacionalistas catalanes y vascos en ambos bandos. La falta de réplicas adecuadas por parte de uno y otro partido, a juicio de los disconformes, genera salidas por la puerta chica de militantes más o menos notorios que se sienten defraudados o no atendidos, según el caso.
Cierto es que la berroqueña estructura en que han cuajado las formaciones partidarias hace difícil el acomodo de las discrepancias, la pluralidad de opiniones natural en el seno de cualquier organización, desde las órdenes religiosas hasta los clubs deportivos. Que entre unas gentes organizadas en torno a una corriente de opinión se cierren los cauces de comunicación no revela nada positivo. Lo que permite vislumbrar es el empobrecimiento de ese cauce de participación y su paulatina pérdida de significancia.
Cuando hace unos años un Congreso socialista truncó la tentativa de Rosa Díez de presidir el partido, replicó fundando UPyD, el partido magenta como lo bautizaron sus propios promotores quizá tratando de desvelar su derivada ideológica. Curiosamente, el color magenta no existe como tal en todo el espectro de luz que el ojo humano reconoce; es una mezcla de luces roja y azul; eso es el magenta, o fucsia: rojo visto a través de una lente azul; tonalidad asociada al gusto femenino y que tiene en el verde su color complementario. Todo un manifiesto político. Continue Reading ▶