Los fiscales, en un sin vivir

Interior del la sede del Ministerio Fiscal, Madrid.

Como espectadores de un partido de tenis, los de Álvaro García mueven sus cabezas, derecha, izquierda, derecha, izquierda, tal que autómatas obedientes al principio áureo de quién manda en la Fiscalía, que Sánchez dejó sentado en los albores de su mandato.

Últimamente querellas de unos y otros les tienen en un sin vivir. El mando ordena echar el cerrojo a la querella del ciudadano Alberto González contra la fiscal jefe de Madrid, por revelar cuestiones privadas. Y en otro sentido, detener la causa abierta en un juzgado a Begoña Gómez sobre sus intereses ocultos.

Ambos procedimientos sobrepasan a sus titulares para afectar de forma tangencial a su novia y presidenta de la Comunidad de Madrid, en el primer caso; y en el segundo, a su marido y presidente del Gobierno de la Nación.

La trascendencia tiene perfiles diversos, pero en todo caso lo preocupante es constatar los efectos derivados de la ocupación de la Fiscalía por el poder ejecutivo sanchista; una de tantas.

Porque el Ministerio Fiscal, órgano que la Constitución define como promotor de la acción de la justicia en defensa de los derechos de los ciudadanos, con sujeción a los principios de legalidad e imparcialidad, es una de las garantías de nuestras libertades.

De aquí al día D, el 29, muchas cosas habremos de ver aún. El caudillo tal vez celebre el vaciado de la causa en la que su esposa quizá no haya hecho otra cosa que lucir una ligereza impropia, pero él sabe que si lo de Begoña podría detenerse en los terrenos de la estética, de la ética incluso, lo suyo, el votar subvenciones y rescates en favor de patrocinadores, socios y amigos de su esposa, entra en otra categoría.

Y ésta, obviamente, le llevaría a tener que tomar las de Villadiego sin esperar a lo que salga de las fauces del Pegasus.

Los cuatro días que restan para la anunciación urbi et orbi de su vuelta al ejercicio de la presidencia llenarán su lustrado ego a cargo de manifestaciones, salmodias de Zapatero y el ingenioso “no pasarán” de Pachi López, ignorante de tantas cosas como del “ya hemos pasao”, chotis con que Celia Gámez se reinstaló en Madrid.

A la carta y los cinco días sin empleo ¿y sueldo?, sólo le ha faltado salir al balcón de Ferraz para, entre lágrimas contenidas, cantar como la Evita del musical despidiéndose de sus descamisados desde la Casa Rosada “No llores por mí Argentina» / «España”.

En fin, si el numerito le sirve de cuestión de confianza interior, del final de la parlamentaria nunca se sabe, tal vez quede listo para seguir sufriendo por la patria. De momento ha conseguido en 24 horas sembrar la peor imagen que el mundo pueda tener de nuestra realidad democrática y social; un país gobernado desde la corrupción instalada en la mismísima presidencia.

Tiene bemoles. Quedó mejor aquel primer presidente de la primera república que se levantó del Consejo y con un “Señores, voy a serles franco; estoy hasta los cojones de todos nosotros”, cogió el pescante que le llevó a la estación de Atocha para tomar el tren vía París.

Así se hacen las cosas, de una.

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La carta

Algo se torció en el camino.

El apoyo al presidente y a la democracia, que pidieron con urgencia los cancerberos del sanchismo, se saldó con un penoso resultado. Poco más de un centenar arropó anoche la sede del partido, madrileña calle de Ferraz, que en los momentos más apasionados coreó algo así como “ista, ista ista, España es socialista”. Y eso fue todo, hasta mañana que volverán con bríos renovados.

La carta a la ciudadanía con la que el secretario general del partido anunciaba ayer que se retira cinco días para reflexionar sobre si le merece la pena seguir donde seguirá. Dónde va a ir cuando el banco azul y la Moncloa fue para él como la conquista de las siete cumbres por la que todo lo dio, y en el camino a tantos quitó de en medio.

Cinco días para dejar bien claro que puede someter, y somete a su voluntad, sentimientos e intereses, a todo un sistema. Un caudillo empeñado en liberar a la ciudadanía del apocalipsis de la derecha y extrema derecha catorce veces denunciadas en la carta. Y hacerlo por medio de una red social, la del pajarito ahora transfigurado en misteriosa X, ha sido todo un insulto a la soberanía nacional.

Dónde mejor hacer lo que le venga en gana que en una red social, un instrumento sin chequeo inmediato, sin necesidad de rendir cuentas a nadie. Ni Congreso de los Diputados, ni Cortes Generales; ¿comunicó previamente el contenido de la carta al Jefe del Estado, o le remitió a la red social como cualquier otro ciudadano?

¡La carta! Al fin una obra de autor sin negro de por medio. Se sentirá orgulloso de ella, aunque confieso que nunca leí algo tan deleznable. Sí, en esta ocasión su autoría es clara. Tutea a los ciudadanos como hace años toreó a los barones de su partido sepultándoles bajo el peso de la militancia.

Ahora es la ciudadanía la llamada a resolverle las artes de Begoña y todo lo del Pegasus israelita del teléfono, que maldita la hora en que se le ocurrió lanzar a las estrellas la candidatura de Palestina como si la ofrenda gratuita del Sahara al marroquí no hubiera sido suficiente.

Muchas cosas quizá sucedan en cinco días, además del comienzo de la campaña electoral de Puigdemont. En todo caso, el día 29 montará el brioso corcel de Pavía con los traga chuletones vascos a la grupa para seguir ciscándose en las reglas de la democracia parlamentaria y de la buena educación.

Vergüenza de ser aquí, qué orgullo de pertenencia va a tener la ciudadanía a la que hoy apela. ¿Cómo no va a haber separatistas?

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Váyanse a hacer puñetas

Volando que es gerundio, como si no hubiera un mañana.

Está haciéndose insoportable el juego a que nos tienen sometidos todos los instrumentos jurídico-políticos del Estado y de la propia sociedad española que el Gobierno ha hecho suyos. España parece uno de esos pinballs en que la bolita -nosotros- va cayendo sin remedio entre los resortes que manipula el jugador.

El gran jugador tiene nombre, apellidos y una mala fe sin límite; saben perfectamente a quién me refiero. En una democracia plena, este personaje estaría ya despedido de sus funciones y a punto de sentarse en banquillo, y no azul precisamente. Pero para nuestra desgracia ha cegado las salidas hacia la normalidad. Por ello figuramos en muy mala posición dentro las democracias plenas, concretamente en el puesto 23, según The Economist o en el 40 para Freedom House. Continue Reading

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De la noche a la mañana

Ayuso debate con Aragonés en el Senado.

Los rompe patrias de vía estrecha que tenemos en el presupuesto sólo tienen una virtud: suelen decir lo que piensan, lo cual resulta bastante molesto para quienes hacen filigranas con la mentira. El titular del gobierno autonómico catalán aseveró ayer en el Senado que habrá referéndum. Después de haber vivido cómo de la noche a la mañana la amnistía dejó de ser inconstitucional, está convencido de que Sánchez acabará deshaciendo el paripé que tiene encomendado a Bolaños. Continue Reading

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La ONU para tapar a Begoña

El rascacielos de la ONU, último muro descubierto por Sánchez.

Sánchez repite jugada. Tan seco de ideas está el gabinete que su jefe vuelve al truco de la urna detrás del biombo. Aquello sí que fue innovación, ¿recuerdan?

1 de octubre del 2016, el llamado Comité Federal de aquel PSOE se reunía bajo la presidencia de su secretario general, Pedro Sánchez. Unos contra otros y poco faltó para llegar a las manos. Se trataba de dilucidar quién y cómo sacar el partido de la crisis provocada por derrotas sucesivas, desde las de su secretario general en las investiduras a las que se sometía con más moral que el Alcoyano, hasta las regionales de Galicia y País Vasco de aquel mismo año. Continue Reading

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La paciencia está colmada

La obra de Genovés fue uno de los símbolos de la Transición..

Ya no cabe más. Ni la Pascua ha podido limpiar la montaña de basura que arrojan por su boca tantos (ir)responsables políticos. Las lluvias no han sido suficientes; el abismo es insondable al cabo de las dos legislaturas y pico del aventurero que se hizo fuerte en La Moncloa.

Todos llaman a todos a explicar lo que han o lo que no han hecho, como si no hubiera un mañana del que ocuparse. Un señor ministro encarga a sus funcionarios que lean cuanto se publica aquí y allá; prensa escrita, digital, radiada, televisada, incluso lo que está por ser publicado. ¿No es un escándalo más, desviar recursos públicos de los fines que tienen encomendados, sin ninguna utilidad para los ciudadanos?

Tremendo ministro capaz de decir imbecilidades tales como que sin la amnistía de 1977 Manuel Fraga no habría podido fundar el PP. O aquello de Execrable es lo del testaferro con derecho a roce, Isabel. Dimite. La cosa tiene más gracia recordando que en su primera declaración como ministro anunció vengo a gestionar, no a ser un gallo de pelea. Sublime.

Pero, en fin, todo esto no pasa de ser anecdótico. Lo sustantivo es la pulsión incontenible de destrozar a quienes desde el otro lado del muro tratan de cumplir el rol que sus electores les tienen encomendados. Del choque de trenes hay responsables diversos, pero en primera línea marchan quien ha hecho de la transparencia un laberinto indescifrable: el Gobierno sanchista.

Si no cegaran las vías de la realidad tal cual es no estaríamos en puertas de este cruce de comisiones de investigación que terminará mal, tan mal como con el sistema en llamas. La escalada sólo tiene un final previsible: el papel de la mujer del césar en los créditos, convenios, viajes, sueldos y gratificaciones, cuentas de pago y cobro, etc., por no hablar de la idoneidad del personaje para acceder a alguna de las funciones desempeñadas.

Más allá de las miserias actuales a todos convendría reflexionar sobre adónde puede llegar una sociedad dividida en pedazos dentro de sí misma. Hay que ser realmente indigno para no ocuparse en restaurar la convivencia entre los diferentes. Ahí radica la culpa de los dictadores; la gran responsabilidad de quienes conciben el poder como matriz a fecundar con su posesión.

La farsa que estamos viviendo no pasa de ser un entremés de la tragedia con que, a poco que se empeñen, terminaremos asombrando al mundo. Como lo hicimos hace cerca de medio siglo entrando hombro con hombro en una democracia sin adjetivos, o sea para todos. Lo llamaron Transición y sirvió de ejemplo a muchos. ¿Qué nombre merecería ahora la vuelta a las andadas?

Depuremos lo que sea menester pero vayan con cuidado, que la paciencia ya está colmada.

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