Otro 14 de abril
Lo de convocar las elecciones generales para el 14 de abril no es un bulo salido de redes ocultas, es la filtración ordenada por Sánchez a la agencia oficial de noticias española fundada en 1939 por Serrano Suñer con el nombre EFE, inicial de Franco, su cuñado.
A las pocas horas de su difusión las terminales del presidente salieron a desmentirla, suponiendo tal vez que la noticia ya había causado los efectos perseguidos por el sumo estratega mentiroso.
A los golpistas catalanes un último mensaje para hacerles recapacitar sobre su anunciado rechazo a los Presupuestos; de ganar la oposición os vais a enterar de lo que vale un peine, olvidaros de indultos, de cárceles catalanas, etc. Ah, y pensar en un largo y profundo 155.
De cara a su propio partido, despejar las preocupaciones que albergan sus barones, temerosos de que las campañas locales discurran en clave de política nacional, como ocurrió en Andalucía. El hecho de anteponer las generales podría dejar despejado el terreno de las regionales para las cuestiones específicas de cada comunidad, y además ofrecería a los suyos la ocasión de contrapesar un resultado adverso en las generales.
A eso que llama “las derechas”, el adelanto les cogería en pleno proceso de redefinición del espacio y, salvo en el caso del PP, sin tiempo para montar candidaturas en toda la nación.
En la mente del urdidor de la noticia se une a todo ello la significación histórica de la fecha. Otro 14 de abril, hace 83 años, se proclamó la II República tras los resultados de las elecciones municipales celebradas dos días antes. ¿Sabrá Sánchez que las elecciones fueron en 12 y no el 14? En todo caso sus socios podemitas estarían encantados con cualquiera de las dos fechas.
Pero lo grave del presunto adelanto de las generales es que supondría solapar la campaña electoral con el juicio al golpismo catalán. Tal coincidencia sólo se explica desde la voluntad de desacreditar el proceso judicial, dando pábulo a la duda de haberse visto influido por las tensiones propias de un proceso electoral en el que, precisamente, se sustancia la ejecutoria de un gobierno cuestionado por sus negociaciones con los golpistas.
Ni adrede podría encontrarse una fecha más inconveniente, sabiendo además el propósito expresado por el Supremo de no verse interferido por las elecciones locales previstas para el último domingo de mayo.
Claro está que también es posible que este indeseable propósito sea fruto de la frivolidad con que el presidente se mueve. En todo caso, y como es costumbre, la noticia fue desmentida por la misma fuente que la emitió. Con este personaje resulta imposible saber con qué carta quedarse, dónde está la verdad. Quizá ni él mismo sea consciente de cuál es la verdad, si es que existe.
¿Acaso cree usted que no han seguido negociando la retirada de las enmiendas a la totalidad de los PGE? Si lo hicieran cabría suponer que la ruptura de las negociaciones fue un embuste más; aunque también cabe pensar que, con diálogo o sin él, sea un regalo envenenado de los golpistas para liquidar definitivamente a Sánchez incluso dentro de su propia gente.
La estrategia del diálogo entre mentiras acabará consiguiendo que el fantasma de Waterloo se aparezca en holograma para arengar a quienes aquí ponen la cara: visto que del diálogo con estos no sacamos nada, y los fachas amenazan con suspender la autonomía, marchemos ya de una vez por todas a la independencia, señeras en alto, y como dice nuestro himno “que tremoli l’enemic / en veient la nostra ensenya”.
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