El presidente garantista

Garantías Sánchez, el seguro que salva su responsabilidad

Escalofriante. Preguntado por a quién o dónde habría que pedir responsabilidades por las chapuzas incurridas en la defensa de los españoles, el presidente el Gobierno puesto por Podemos ha respondido que son muy garantistas. Tal cual. Como queriendo decir que el fiasco de los test que no funcionan, las mascarillas que no hay, de la invasión del virus en un sector sanitario desguarnecido, son efectos colaterales de la seriedad con que están trabajando.

Revisado al terminar la última aparición de Sánchez en el plasma doméstico de la cuarentena, Cantinflas, aquel singular personaje compuesto por don Mario Moreno Reyes, mexicano ilustre creador de aquel icono nacional, resulta ser un personaje sobrio y sincero. Continue Reading

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Lo peor no está por llegar

Los test para saber cómo estamos, pocos y mal empleados.

No es cierto que lo peor esté por llegar, lo peor ya está aquí. Dentro de este lío colosal en que el mando único nos tiene metidos, tiene delito lo de los test de la srta. Pepis que no sirven para nada, las mascarillas y EPIs que no llegan y demás sorpresas diarias; pero lo realmente asombrosos es que la autoridad siga dando una cifra imposible de afectados.

La cifra real de españoles infectados por el virus puede multiplicar por cuatro o por cinco la registrada por las autoridades. ¿De qué punto de inflexión hablan si la curva puede seguir acumulando entradas hasta el cuarto de millón?

Basta con mirar al exterior para que el sentido común alerte que la ratio española de muertes sobre infectados es imposible. Imposible teniendo los españoles la más alta esperanza de vida del mundo (OMS 2019), y un sistema sanitario entre los tres mejores del mundo, junto a Hong Kong y Singapur (Blomberg). Continue Reading

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La imagen y los recortes

Al final siempre hay un horizonte abierto a la esperanza.

La imagen es uno de los objetivos esenciales en la guerra del Gobierno Sánchez contra la pandemia.

Así, cuando el primer caso confirmado de COVID-19 se produjo el 25 de febrero, en la solicitud de auxilio a la OTAN dice que el desastre comenzó ¡el 9 de marzo!, precisamente el día después de la alegre efeméride.

Así, su presidente se mete en los enclaustrados hogares tratando de mostrar un liderazgo imposible de reconocer cuando la tónica dominante de su actuación frente a la pandemia ha sido la parálisis inicial seguida de sucesivas improvisaciones.

Así, cuando siente a sus espaldas el vacío, echa mano de lo que su gabinete destila lo que F.D. Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Obama y hasta Bush II dijeron a sus conciudadanos en otros trances. Todos unidos, saldremos más fuertes, lo que haga falta-donde haga falta-cuando haga falta, nuestra única opción es la victoria… en fin, cosas de aquellos tiempos y de otras guerras. Continue Reading

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Sánchez ahora pide tiempo

Lo que falta

Con perdón de la unidad, la solidaridad, el todos en casa y demás jaculatorias civiles del gobierno de progreso, este tipo es una calamidad. Ne refiero al presidente del Gobierno.

Lo peor está por llegar, dijo, porque aún faltan por manifestarse todas las consecuencias del 8-M que estimulamos, naturalmente esto último no lo dijo. Y al cabo de mes y pico bajo la pandemia sólo se le ocurre anunciar que “necesitamos ganar tiempo para preparar el sistema sanitario”.

Habla de siete días, como si la crisis hubiera comenzado cuando, al fin, decretó unas medidas para contener la invasión del coronavirus. Y, califica tales medidas como las más duras tomadas en el mundo. Pero salvo Torra nadie se queja de las medidas. Continue Reading

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Un Mando realmente único

Sanidad e Investigación, brazos armados de un Mando demasiado único.

Al cabo de una semana el llamado Mando Único ha demostrado que para mandar hay que saber. Para ser ministro de Sanidad no es preciso ser sanitario; ni médico, ni farmacéutico, ni enfermero, naturalmente. Pero sí conviene tener ciertos conocimientos de organización y la capacidad de gestión precisa para atender las necesidades vitales de cuarenta y siete millones de personas.

Don Salvador Illa no parece experto en nada de ello. Después de cursar Filosofía en Barcelona y un máster, desde los veintinueve años ha dedicado toda su vida al partido de los socialistas catalanes. Concejal, alcalde, consejero y lugarteniente de Iceta, el muñidor de un futuro tripartito catalán.

Hablando en plata, Illa está en el Gobierno para trabajar por el diálogo, extremo éste un tanto ajeno a los quehaceres que debería cumplir un ministro de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Continue Reading

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Los presupuestos requieren otros socios

Con estos socios no va ningun sitio decente.

Esta especie de maldición bíblica que nos ha caído encima mata, hiere, empobrece y meterá al país en recesión a poco que se prolongue. Pero no hay mal que por bien no venga; también está provocando un renacido sentimiento de solidaridad producto de la autorresponsabilidad con que los españoles están peleando la situación.

Y, además, puede iluminar al presidente hasta dejarle ver que las compañías que le rodean no le llevarán a sitio de provecho. Tanto sus socios de Gobierno como los soportes parlamentarios se han destapado por si aún mantuvieran algo oculto. Son puras fuerzas antisistema, con todo el derecho a manifestar sus ideas y fines políticos, pero ni mayor ni menor como el que tenemos el resto de los ciudadanos para defender ese sistema que a ellos ampara.

En la defensa de una posición no cabe contar con quintacolumnistas, que si hoy sostienen el Gobierno es debido a la ambición personal que nubló el juicio de quien lo preside. Malos compañeros de viaje cuando arrecian dificultades; consejeros indeseables en toda circunstancia y más aún si en ella se juega la suerte de todo un país.

Hasta el momento, Sánchez está emitiendo malas sensaciones.

El okupa que preside la Generalitat ha dado señales de rebeldía en medio del declarado Estado de Alerta. Su insensata oposición a que el Ejército desinfecte el aeropuerto de Barcelona, por ejemplo, o sus críticas en la BBC al propio Gobierno son razones suficientes para regularizar su situación, es decir, destituirlo atendiendo el dictamen de la JEC y mandarlo a su casa. ¿Acaso sigue necesitando sus cuatro votos en el Congreso, o es el felpudo para que Iceta entre en un tripartido catalán lo que le motiva a practicar el tancredismo?

El socio parlamentario que atiende por Rufián se puso a la altura de su nombre en el reciente pleno del Congreso. Infinitamente cursi, nadie llega a escucharse a sí mismo diciendo las simplezas que dice, eso sí, colmadas de odio a todo lo que merece la pena, desde la máxima representación del Estado hasta las fuerzas de seguridad. El enviado a Madrid de Junqueras, cómplice supremo en el paripé del dialogo que iba a disolver el conflicto catalán, será uno de los primeros en volver hacia abajo su dedo pulgar en cuanto se presente la ocasión. ¿De verdad confía el Sánchez en su apoyo gratuito a unos PGE?

Los comunistas a la violeta aguantarán carros y carretas a la hora de aprobar los PGE que el sentido común y UE acabarán dictando. Mirarán para otro lado mientras recitan la consigna de que gracias a ellos esta crisis ya no la pagarán los de siempre. De momento su macho alpha sigue saltándose la cuarentena con la misma naturalidad con que el olímpico Dick Fosbury superaba los dos y pico metros en los saltos de altura. ¿Piensa Sánchez que por haberle metido por la puerta de atrás en la Comisión Nacional de Seguridad puede confiarle su cartera, su pluma, su casa a Iglesias?

Noqueado por la crisis, como debe de estar, quizá no haya caído en cuenta de que los mismos que le encumbraron le sepultarán en cuanto no pueda satisfacer sus intereses. Y no parece que la liquidez vaya a ser abundante en los tiempos por venir.

La salida posible y razonable es, previa limpieza del patio, un acuerdo de legislatura con el centro derecha para recuperarse del cataclismo; en todos los sentidos.

Y poner el sentido común al servicio de los intereses generales de los españoles.

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