Chorizos

Estado mayor de la secta podemita

Llegaron los últimos, pero mira que se han dado prisa. Hoy ocupan ya la pole position en la parrilla de salida del premio a la Corrupción por el que compiten todos los partidos del país entre el aburrido desespero del común.

Pero los de Iglesias han logrado despegarse del resto en muy poco tiempo, tan brillantemente que hasta el propio partido está encausado, medalla esta que hoy ostenta en exclusividad.

Menos mal que apenas tienen poder real, porque puestos al frente de concejalías de obras, consejerías de vivienda o de un ministerio tal que el de fomento, dejarían vacías cuantas cajas se les pusieran por delante. Continue Reading

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Cesar la infamia

Obsequioso vicepresidente de una no democracia ovaciona a su complacido presidente.

Ayer fue publicado el manifiesto a la opinión pública que, bajo el título «Cesar la infamia; Pablo Iglesias debe ser sustituido«, más de doscientos ciudadanos hemos dirigido al presidente del Gobierno:

«A lo largo de su historia, la democracia española ha tenido gobernantes buenos, malos y mediocres, idóneos y vulgares, ejemplares y corruptos. Gobernantes con sentido de Estado y gobernantes que antepusieron sus intereses al bien común. Lo que no había tenido nunca hasta ahora es un gobernante que no creyera en la dignidad democrática de su país, y así lo aventara al mundo para afrenta de la ciudadanía y desprestigio del nombre de España. Un gobernante que se pusiera del lado del crimen.

Nos referimos al actual vicepresidente de Gobierno y Ministro de Asuntos Sociales del Gobierno de España, Pablo Iglesias Turrión. Ya fue doloroso el ultraje de comparar la situación de Carles Puigdemont y su holgada estancia balnearia en Bruselas, fugado de la justicia española tras su fallida agresión al orden constitucional, con la de miles de compatriotas que dieron en el exilio, casi siempre miserable, a menudo atroz, tras la victoria franquista. La reacción de asco que sintió entonces la sociedad española, y en particular la parte que se le podía suponer ideológicamente más afín, hubiera debido propiciar un momento de reflexión para el Sr. Iglesias y para quienes le hicieron vicepresidente y le mantienen en el gobierno. Lejos de ello, el aún vicepresidente se permite, en plenas elecciones catalanas, declarar que en España «no hay una situación de normalidad democrática plena», socavando la imagen de nuestro país en un momento en que sus credenciales democráticas se ven oportunistamente puestas en duda por un ministro extranjero. A la injuria se suma así la deslealtad, con sus propios compañeros de gobierno, con todas las instituciones del Estado y con una inmensa mayoría de españoles, que seguimos apostando por la democracia nacida en 1978, dispuestos siempre a cambios y reformas que la mejoren, haciéndola más integradora y participativa. Continue Reading

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Una canallada

Sánchez apadrinó con una entrevista el estreno de Mónica López en La Hora de la 1, RTVE

¿Un error, una equivocación? Vamos, anda. La encargada que el sanchismo tiene al frente de RTVE se ha quitado el polvo de su capa relevando de sus puestos a algún responsable del infame rótulo impreso sobre la princesa Leonor.

Lo que sucede no es una pesadilla; lo estamos viviendo a diario. Hoy ha tocado el turno a la televisión del Estado, no de los españoles, para zaherir a la primera institución de la nación, a la Corona. Para ello no ha precisado el concurso de un rapero, ni siquiera de un vicepresidente, no; los agentes los tiene en nómina. Continue Reading

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El contexto

Montero, ministra portavoz, de Hacienda  y experta en contextos electorales.

Lo que faltaba lo ha puesto sobre la mesa la portavoz del Gobierno. La Sra. Montero, también ministra de Hacienda, ha dicho en rueda de prensa, cubierta con todas las formalidades de la situación, que la idea que su vicepresidente Iglesias tiene de la democracia española hay que ponerla en el contexto electoral. Toma ya.

El contexto como territorio fértil para las mayores barbaridades que a uno se le ocurran; a uno y a otros en tiempo de elecciones. Sobre él corren los socios de la coalición por ver quién lanza la machada mayor. Comunistas y socialistas -quizá fuera mejor decir sanchistas- se pelean por ver quién deja pasar con más entusiasmo las barbaridades obscenas de un rapero impresentable, y de los terroristas sin redención, y de los golpistas pertinaces, etc.

¿Protegerá la libertad de expresión a los nostálgicos del franquismo, como hoy cobija a los del comunismo? Continue Reading

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Hasta cuándo Iglesias

Iglesias defendiendo en Cataluña lo que prometió impedir.

«Lo tengo que reconocer como vicepresidente del Gobierno español: no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes políticos de los dos partidos que gobiernan Cataluña están uno en la cárcel y el otro en Bruselas«. Iglesias dixit.  Y, para que quede claro, lo hace afirmando su cualidad de vicepresidente del Gobierno. Ahora no caben las bilocaciones con que tratan de escaquearse. No es Iglesias el de Podemos, ni el Iglesias de la Puerta del Sol, ni el del mitin en Vista Alegre. No, es el actual vicepresidente del Gobierno español.

¿Qué espera Mi Persona para despedirle? Continue Reading

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La Verdad

Hoy publica 

La Tercera de ABC

el artículo siguiente

sobre la Verdad 

y la política de

nuestro tiempo:

 

 

 

 

No que me hayas mentido, lo que me aterra es que ya no pueda creerte”, dejó escrito Nietzsche en un breve ensayo sobre la verdad y la mentira. Más allá de su valoración ética, la acción de mentir arruina la confianza, base fundamental de la convivencia en cualquier comunidad, desde la más simples, como la familia, hasta las complejas sociedades políticas Cuando los ciudadanos pierden la confianza en sus instituciones y dirigentes la democracia se corrompe.

Acabamos de vivir un ejemplo clamoroso en el aquelarre con que Trump puso punto final a su presidencia, con el asalto al templo de la soberanía del pueblo norteamericano. El caso es digno de atención.

Su administración no provocó guerras militares, sólo comerciales, y permitió satisfactorios niveles de crecimiento económico. Pero no fue suficiente para compensar los efectos de la ruptura social provocada por su arrogante arbitrariedad. Durante su mandato nutrió el populismo que le llevó a la Casa Blanca con treinta mil quinientas setenta y tres mentiras, casi la mitad en su último año.

Lo sucedido en Washington debería hacer reflexionar a nuestros políticos sobre las consecuencias de jugar con la realidad a capricho, según la conveniencia del momento. Hay quienes sostienen que una afirmación es verdadera por su utilidad, no porque se corresponda con la realidad; por ser conveniente para todos, tanto para quien la emite como para los engañados. Esta puede haber sido la teoría aplicada aquí por el presidente del Gobierno, su ministro de Sanidad y el estrafalario doctor durante los meses vividos bajo la Covid.

Primero iban a ser cuatro o cinco casos aislados, luego el carácter salvífico del sol, más tarde que los calores estivales doblegarían al bicho, etc. Así todos ganamos, supusieron los mentirosos; nosotros, tiempo; la gente, tranquilidad. La realidad es que han muerto ochenta mil personas.

La mentira política corrompe el debate inherente a la democracia. Hay quienes no dudan en prometer lo que reportará adhesiones, sean cuales fueren sus expectativas. No se limitan a ocultarlas, simplemente mienten, como el presidente. Abominó de Podemos una semana antes de firmar la coalición con su líder, el mismo cuya presencia en su gobierno le produciría pesadillas, “como al resto de los españoles”, que dijo en campaña. Ocultó lo que pensaba hacer. Mintió

La verdad hoy no tiene fácil acomodo en un mundo de imágenes y ayuno de principios. El político no persigue reflexiones, se limita a procurar sensaciones positivas. Empatía es la clave del momento, la cualidad esencial para el éxito; la honestidad, la experiencia o el conocimiento son valores secundarios.

Doblegar esta situación impuesta por la globalización que nutren redes de agentes sometidos al reto de ser mayoritarios, cuando no exclusivos, resultará homérico. Don Quijote terminó descalabrado al enfrentarse a aquellos gigantes que creyó ver tras “los brazos de casi dos leguas” en los molinos del campo de Criptana.

La verdad se halla tan postrada que hoy resulta habitual enfatizarla con expresiones como “la pura verdad”, “si te digo la verdad”, “la verdad es…”. Y la verdad, “verdad de la buena”, es que sin ella los individuos pierden su libertad. Los tiempos de incertidumbres, como el actual, son propicios a falsos profetas de templos identitarios donde la gente busca la inmunidad de rebaño. Ofrecen seguridad al precio de las libertades que terminan en manos del líder de la manada. Es el populismo; morbo cuyo mejor antídoto es la verdad. En este mundo, la verdad es revolucionaria.

Una ingeniosa adivinanza de tiempos juveniles tenía por escenario el patio de una fortaleza con dos puertas, una conducente a la libertad y la de enfrente, a suplicios sin cuento. Ante ellas, sendos cancerberos, de ellos uno veraz; el otro mendaz. El juego consiste en conseguir la libertad con una sola pregunta.

Basada en que una doble negación significa una afirmación, la solución es sencilla. La pregunta ha de involucrar a los dos guardianes. Algo así como: “¿Es cierto, como su compañero me ha dicho, que esta es la puerta de salida?”. Afirme o niegue el interpelado, sea cual fuere, la libertad está en la puerta opuesta.

La paradoja resulta divertida, pero la verdad no tiene porqué serlo. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, aunque al porquero no siempre le convenza, como Machado escribió en su Juan de Mairena. Las medias verdades son mentiras y no hay mentiras piadosas.

La verdad acaba imponiéndose porque la realidad es terca; es lo que es. Su imperio no precisa tanta fuerza como integridad, pero sí más humildad que petulancia y siempre ingenio para desarmar el tinglado de los falsarios.

Como el que Shakespeare puso en boca de Marco Antonio en su oración fúnebre ante el cadáver de Julio César:

“¡Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención! Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle… Con la venía de Bruto y los demás, pues Bruto es un hombre honrado, como todos ellos son hombres honrados, vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, para mí leal y sincero, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Infinitos cautivos trajo a Roma, cuyos rescates llenaron el tesoro público. ¿Parecía esto ambición en César?… Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado…”

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