Tras los escándalos provocados durante años por tantos sinvergüenzas y chorizos, y sufridos por el común como pedrisco, llega ahora una nueva modalidad de corrupción. Es la corrupción mental que amenaza con cargarse los cimientos éticos de toda democracia, si es que alguno queda.
No es cosa de ayer la degeneración de la moral y las costumbres, viene de lejos; pero han bastado tres o cuatro días para ver cómo los nuevos inquilinos del poder local se aprestan a socavar definitivamente las raíces de nuestra cultura, incluido el sistema con el que estamos viviendo la convivencia nacional más dilatada y próspera.
No es tremendismo denunciar los excesos de algunas autoridades recién instaladas en las instituciones locales. Cuando la alcaldesa de Madrid, por ejemplo, defiende la continuidad en su equipo de la concejala portavoz Rita Maestre está provocando una suerte de esquizofrenia en sus conciudadanos.
“Si una persona está imputada no tiene la obligación de decir la verdad ante el tribunal”, explicaba recientemente la ex jueza, “por lo que debe inmediatamente dejar su cargo porque no puede mantener la estructura de confianza con los que le han votado”, seguía. Pero ahora dice Diego donde dijo digo, y aclara que eso sólo vale para los imputados por delitos de corrupción… económica.
Para la regidora de Madrid asaltar una capilla soltándose las tetas y aullando “Arderéis como en el 36” es “el núcleo duro de la libertad de expresión, una reivindicación laicista”. Por jaculatorias de ese jaez está imputada la joven Maestre. Errejón la defendía como si la amenaza de quemar fieles, curas y capilla no justificara el “linchamiento mediático” al que su entonces novia estaba sometida, dijo.
Extraña manía la de esta tropa con las cenizas; uno imaginando a mil judíos en el cenicero de un 600; otros rememorando las gestas comecuras aquí sufridas en el 36 del pasado siglo. Cosas de la memoria histórica…
Reducir la corrupción al trinque, soborno, cohecho y demás manejos de pasta negra es una simpleza impropia de cualquier regenerador de la vida pública, título que se adjudican esta buena señora de 71 años y sus seguidores. ¿Acaso no son formas de corrupción la mentira, el adanismo, la coacción, la subversión, el atropello de derechos y cualquier atentado contra las libertades?
Manola Carmena anunció ayer dos medidas de alto alcance cultural. Por un lado deja de pagar el palco con que el Consistorio venía colaborando con el Teatro Real, pero elevará los festejos del Orgullo Gay al nivel de las Fiestas de San Isidro. Esa es la cultura del cambio y el tiempo nuevo que ha llegado a Madrid con los votos con que el PSOE de Sánchez y Carmona impusieron en la alcaldía a los perdedores en las urnas.