Hace ahora precisamente dos años escribí en este blog el post que por su actualidad reproduzco prácticamente en su totalidad.
Viene a propósito de las manifestaciones que a la salida del T.S han hecho los ex presidentes de la Junta Griñán y Chaves. Al oír sus respectivas exculpaciones no pude menos entonces que rememorar, como ahora vuelvo a hacerlo, una historia que viví años antes en Colombia.
Comenzaba aquellas líneas comentando la réplica de Griñán al portavoz popular en una sesión de control en el Parlamento andaluz. Al expresidente no se le ocurrió mejor excusa para salir de los pies de los caballos que escabullirse con el consabido “y vosotros más” y proclamar solemne, tronante, que nunca se enteró del fraude de los mil millones de euros.
Y así seguía lo entonces escrito:
En las elecciones de 1994, con Gaviria de presidente saliente, contendían en la segunda vuelta Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Triunfa el primero y al cabo de pocos meses se publican los primeros datos sobre la colaboración de un cártel de narcos en la campaña de Samper. En los tribunales comenzó el llamado Proceso 8000.
El tesorero de aquella campaña presidencial confirmó los rumores en septiembre del 95. Un año después lo hizo el mismo ministro de Defensa, hijo por cierto del pintor Fernando Botero. Entró en prisión. Y a continuación, el parlamento tomó cartas en el asunto abriendo una investigación formal contra Samper. Samper alegó que no sabía nada, su partido lo arropó en bloque, y allí no pasó nada. ¿Les suena?
Lo singular del caso fue que ante la afirmación de Samper ,”Si entró dinero del narcotráfico a mi campaña presidencial fue a mis espaldas”, el arzobispo de Bogotá, monseñor Rubiano en aquel entonces, comentó: “Si a uno se le mete un elefante a la casa pues tiene que verlo”. Y el elefante blanco quedó para la historia como símbolo de la intromisión del narco en la mismísima presidencia colombiana.
Por esa razón tuvimos que dar un giro espectacular a la campaña publicitaria que estaba yo dirigiendo en aquellas tierras, y así fue como el elefante, su elemento básico ya empleado en España y media Suramérica, se convirtió en hipopótamo rojo.
¿Será posible que Chaves y Griñán no oyeran el correr por las cañerías de sus servicios los mil millones de euros que acabaron donde no debían?
Lo dicho.