Mala suerte. Estamos a merced de la conjunción de dos crisis letales. A la económica sin final conocido se suma la de liderazgos europeos. Alemania y Francia no desentonan dentro del lamentable panorama de la UE. Merkel y Sarkozy son tan nacionalistas como el peor. Escudados tras la triple A de su deuda soberana hacen como que gobiernan Europa sin otro resultado que el debilitamiento de la Comisión, el escasamente operante órgano de gobierno de la Unión. La primera tiene puestos sus afanes en recuperarse de los costes políticos que vienen devaluando su poder en los parlamentos regionales. No le importa demasiado la debilidad del euro, buena para sus exportaciones; lo que le pone de los nervios es seguir pagando la fiesta de las cigarras mediterráneas, Grecia, Italia… Sarkozy pelea para compartir el trono y no perder la calificación de las agencias de rating; es decir, por renovar su mandato presidencial a un año vista de su enfrentamiento con F. Hollande.
Ambos dirigentes, lo más considerado de la Unión, respiran por sus intereses políticos personales, ambición insuficiente para resolver el cisco en que el euro se debate contra demasiados elementos. De entre estos juegan destacado papel griegos e italianos; concretando, Papandreu y Berlusconi. Dos sujetos pocos recomendables. Porque del egotismo de Merkel y Sarko poco bueno se desprende para el resto de Europa, pero la sinvergonzonería del italiano y del griego arrastran la UE al precipicio.
Los dos parecen empeñados en derribar las columnas del templo a lo Sansón; el clásico “yo o el caos”. Parece que cierta cordura ha cristalizado ya en Atenas y que Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, acabará formando gobierno después de cuatro días perdidos. Como si el tiempo no contara.
En ese arte de marear la perdiz, Papandreu está siendo superado por il cavaliere. Berlusconi se resiste a tomar la cicuta mientras busca la fórmula para ajustar cuentas con los diputados que le hicieron un corte de mangas y, sobre todo, para que la Justicia no se las ajuste a él. Parece que finalmente el presidente de la República, el ex comunista G. Napolitano, el domingo encomendará al ex comisario europeo Mario Monti la presidencia del consejo de ministros al frente de un gabinete de corte técnico… apoyado por el Vaticano.
La debacle de la tercera economía del euro son palabras mayores que ponen en el disparadero la Europa a dos velocidades. ¿Llegará a tiempo este país nuestro a estar en el primer vagón, como lo estuvo en la creación de la moneda de la Unión?