La deriva que está tomando el régimen bolivariano recuerda las páginas más tenebrosas de las pesadillas que Europa sufrió el pasado siglo… Y en éste ¡cuánto recuerdan los tanques de Putin a Hitler comiéndose Polonia! O para qué hablar de los crímenes televisados del llamado Estado Islámico.
Pero de todas las miserias que de vez en cuando estremecen a la Humanidad lo de Venezuela nos coge más cerca. Por eso repugna ver cómo un caudillo ágrafo cercena todas las libertades imaginables, encarcela sistemáticamente a los disidentes, tortura, y suspende actas de parlamentarios en ejercicio como si no representaran a los millares de venezolanos que los eligieron.
¿Pidió consejo Maduro a los hermanos Castro el martes en la Habana antes de encarcelar al alcalde de Caracas y de inventarse el eje diabólico Madrid, Bogotá y Miami con que pretende atemorizar a su pueblo?
Pues esa es la triste dictadura a la que Monedero, vicario de Iglesias, dice haber estado asesorado en materias confidenciales. Sin embargo el problema fiscal en que anda liado como un Pujol cualquiera hace pensar en que sus funciones en el paraíso caribeño fueron más de atesoramiento que de asesoramiento.
¿Realmente llegaron a enseñar algo los mandamases de Podemos en la corte de Chávez, o aprendió Maduro por su cuenta que cuando el hambre aprieta hay que recurrir siempre a un enemigo exterior, como los judíos de Hitler, los desviacionistas de Stalin o los masones de Franco?
Cuando en Venezuela ocurre lo que está pasando y desde fuera nada se mueve salta a la memoria aquel trozo de sermón de Martin Niemöller, en la semana santa de 1946, un año después de la caída del nazismo en Alemania:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
ya no había nadie que pudiera protestar.