Aznar cumple su papel

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Cumplendo su responsabilidad

Ser “ex” es más que complicado. En cualquier ámbito, sea la dirección de una orquesta, de un periódico o del Gobierno de una nación. Cuando después de trece años en La Moncloa Felipe González pasó a la condición de expresidente definió su nuevo estatus con palabras que se han hecho famosas: “Para mí los ex presidentes son como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños, se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes”.

Y, efectivamente, sus beneficiarios no se han atrevido a quitárselo de en medio por mucho que se sintieran agobiados por la omnipresencia del viejo jarrón chino. La colaboración del “ex” es siempre objeto de polémica; tanto si se manifiesta a favor como si pone reparos, unos y otros acaban pensando “qué guapo estaría calladito”.

Con esa especie de san Benito llevan viviendo unos cuantos años los dos ex presidentes del Gobierno que marcaron huella en sus respectivos partidos, González en el socialista y José María Aznar en el popular. Por diversas que puedan ser las actividades que ocupan sus quehaceres, analíticas, literarias, mercantiles o universitarias, la política siempre acaba estando presente. Asistan o no a mítines, patrocinen o no candidatos, lo mismo da; nunca dejarán de ser presentidos por propios y ajenos.

Muy romo ha de ser el “ex” para que durante su mandato no haya acumulado experiencias que, aquí como en el resto del mundo civilizado, se valoran en ámbitos empresariales, académicos e incluso en otros sistemas políticos. En ello han se han empleado con éxito tanto Aznar como González.

Aznar presentó ayer en Madrid una iniciativa de interés indudable, si cumple sus objetivos: el Instituto Atlántico de Gobierno. Se trata de un centro de enseñanza superior que, entre otras cosas, ofrecerá según su promotor un máster en modernidad política. En la política que hizo posible que Europa superara su tragedia de posguerra, reconstruyera sus instituciones, su vida civil, su economía y hasta su historia.

En la misma política a la que se sumó España durante su Transición y con su ingreso a las instituciones europeas, el marco en el que hemos podido construir un gran país que necesita con urgencia recordar su experiencia y afianzarse en lo que siempre le ha resultado útil.

En la misma política que ha permitido saltos históricos indiscutibles en algunos países latinoamericanos, y sin la cual otros han desarrollado dramáticos caminos de regresión inocultables.

Hay cosas que sabemos sobre el progreso de las sociedades. Y hay cosas que sabemos sobre sus procesos autodestructivos. Esas cosas, que, insisto, son el suelo común sobre el que españoles, europeos y americanos hemos forjado nuestro progreso independientemente de dónde nos guste poner el acento, se pueden enseñar y se pueden aprender.  Y eso es lo que vamos a hacer en este Máster”.

Si logra los objetivos propios de una institución abierta y no de un círculo ensimismado, como dijo Aznar “queremos ventanas, no queremos espejos”, el expresidente habrá cumplido su papel de forma ejemplar. Mejor que dando mítines. Es mi opinión.

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Posted lunes, febrero 16th, 2015 under Política.

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