Tal vez sea cosa del entrenador Luis Enrique Martínez García, asturiano al fin y al cabo, pero la derrota del Barça frente al Real Madrid puede convertir en papel mojado las cajas de cartón armadas por Mas para su consulta del próximo día 9.
Nadie impugnó nada; el Bernabéu fue tan sólo un estadio de fútbol sin más banderas que las blancas, y el Real no más que un club de fútbol; sólo eso. Pero los secesionistas están empeñados en hacer creer a sus devotos que Madrid, eso que llaman Madrid cuando se refieren al Estado, no descansa buscando la fórmula para impugnar el día del cartón.
No parece que las instituciones estén temblando ante el previsible resultado de la pregunta que deja fuera de la consulta a la mayoría de los ciudadanos catalanes. Porque el juego de las dos preguntas entrelazadas convierte la consulta en una mera encuesta interna dentro del mundo nacionalista, y nada más. Primer paso, queremos o no ser un Estado; ahí estará el 100% de los nacionalistas. Pero de entre ellos mismos no pueden acceder al segundo paso, independiente o no el tal Estado, quienes opinen que no hace falta llegar a tanto. Sencillamente, expulsados de la consulta.
Mayor estupidez es difícil de imaginar; algo así como los saques de esquina que hizo en el partido del Bernabéu el sustituto de Xavi, un tal Rakitic; cada uno de ellos dio ocasiones de gol… a sus rivales.
Cierto es que las Instituciones deben garantizar los procedimientos democráticos, pero ante una farsa como ésta, ¿qué sentido tiene una segunda impugnación? Probablemente contribuiría a calentar un ambiente que debe de estar bastante frío después de tantas torpezas, los escándalos de los últimos padres de la patria catalana, los Pujol, y de la derrota del propio Barça, que no en vano es tenido por algo más que un club.
Provocaciones como la carencia de garantías mínimas en toda consulta, incluso el lanzamiento por la Generalitat de dos nuevos spots -“El día 9 puedes votar sobre el futuro político de Cataluña” comienza el primero- no deberían ser atendidas, como no merecen siquiera un comentario los twits de Durán el melifluo pidiendo respeto por el proceso participativo, que en eso va quedando la proclamación de independencia.
Hay objetivos más claros que afrontar, comenzando por restaurar en aquella sociedad la realidad cegada por el nacionalismo. Ese es el reto; lo demás, pamplinas.