No está probado que Pedro Sánchez sea consciente de que la secretaría general del PSOE conlleva un plus de responsabilidad sobre cualquier tertulia televisada. Su afán por ocupar plano y espacios amenaza con hacerle irrelevante. Qué bien le haría al responsable del primer partido de la oposición, la alternativa progre de gobierno, recordar aquello que dejó para el bronce Alfonso Guerra: El que se mueve no sale en la foto.
Lo de menos son sus irrupciones en los programas cutres con que muchas cadenas de televisión destrozan las sensibilidades de los españoles. Lo peor es su irrupción en las páginas editoriales de El País para dejarse ver en la cuestión catalana. Parece que va desinflándose su federalismo porque ve que la fórmula no aplacaría el fuego prendido por Mas en compañía de otros, como suelen decir los atestados policiales.
Pero si la sombra del federalismo comienza a desdibujarse hasta convertirse, textualmente, en “una perspectiva federal”, la reforma constitucional toma alas para meter en ella todas las cuestiones propias de una campaña electoral. Bien está dicho, como lo hace; como una propuesta de parte sobre la que dialogar. Pero resulta sarcástica la forma en que juega con la realidad tratando de ponerse al pairo de todos los vientos.
Primero denuncia la suplantación del referéndum por la consulta con que Mas pretende disfrazar el proceso de legal; de la misma forma que ha trocado en derecho a decidir lo que era autodeterminación. Sigue anunciando que el proceso desencadenado por el de la Generalitat no cabe en la Constitución; perfecto. Pero de pronto, la sorpresa: “comparte la posición del Gobierno que incluye la impugnación de la ley de consultas”.
Todo muy correcto, incluso patriótico, si no fuera ¡ay! porque su partido aprobó la citada ley de consultas tan sólo cuatro días antes para ejercer en Cataluña el llamado derecho a decidir. Es decir, y según su propio análisis antes descrito, dio el sí a un referéndum para la autodeterminación.
Menos mal que “el PSOE mantiene vivo su compromiso con la Constitución” escribe; faltaría más que así no fuera. Pero su franquicia catalana no da muestras suficientes de tenerlo tan claro; estar a favor del derecho a decidir lo que no pueden decidir por sí solos es una incongruencia impropia de un partido constitucionalista.
¿A qué palo juega Pedro Sánchez? En tiempos de confusión la gobernanza de una nación es cosa bastante más seria que disfrazar de independencia su militancia, como acostumbraba hace cosa de un año en el programa 24 horas de TVE.