Parece que Rajoy tenía bien calados a los españoles. Imponer la austeridad no es decisión sencilla, ni en política ni en la propia casa. El del gallego es uno de los escasos casos, si no el único dentro de la UE, que se aplicó a la tarea que recomendaba el sanedrín europeo y una vez fijado el rumbo quemó las naves, no fuera a ser que se arrepintiera antes de llegar a puerto.
Esa práctica de quemar las naves viene de lejos. Nuestro Hernán Cortés hizo en aguas caribeñas lo mismo que Julio César al llegar a las costas británicas y antes había hecho Alejandro Magno. Cuentan las crónicas que enfrentado a un ejército superior en hombres, moral y pertrechos, el macedonio mandó destruir sus buques y explicó a sus gentes que de aquella batalla solo había un camino de vuelta: el mar. “Cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos«.
Lo de ahora es más prosaico; aunque no menos vital porque va de las cosas de comer. Es decir, del trabajo, de los ahorros, de los servicios sociales, etc.; de todo aquello que Europa, con España a la cabeza, se farreó durante la década anterior.
Pero con ser claro el remedio contra la resaca, aplicárselo es harina de otro costal. Suministrar la medicina arredra a los políticos preocupados por las encuestas, a los señores del corto plazo. Ahí están los gobiernos franceses e italianos, por hablar de nuestros parientes más próximos.
Jugarse la permanencia en el poder a que en cuatro años la situación revertirá sin que durante el tránsito todo salte por los aires requiere mucha fe en la capacidad de resistencia del personal y más confianza aún en que la receta es la adecuada. Y en eso está Rajoy ante el asombro de Merkel y muchos otros, incluso antiguos reticentes de aquí dentro.
Lástima que al mismo tiempo no se apliquen otras terapias de las que tan necesitado está el país: dignidad para erradicar la corrupción, para cumplir y hacer cumplir las leyes, para ser y sentirse solidarios, para convivir en libertad, para abrir la política a los mejores; en definitiva, para poder sentir todos el orgullo de ser españoles.