“El PSOE quiere construir un nuevo modelo de Gobierno Local… Para ello proponemos las siguientes medidas: Elección directa de los alcaldes…”
Así comenzaba el capítulo “Las ciudades y el nuevo modelo local” del programa electoral con que el Partido Socialista ganó las elecciones generales hace diez años. Debieron de darle vueltas a las consecuencias prácticas de aquel brindis al votante y, visto que las cuentas no les salían, se olvidaron del asunto.
Obviamente la elección directa de los regidores municipales significaba la renuncia a alzarse con gobiernos municipales con el apoyo de los comunistas o cualquier otra bisagra disponible. Y al mismo tiempo facilitar a los populares el acceso a las alcaldías sin necesidad de alcanzar mayorías absolutas. Así es la vida política: lo mejor enemigo de lo bueno.
Pero las tornas han cambiado en estos diez últimos años, y sobremanera en los dos últimos con la aparición de nuevas corrientes que amenazan el statu quo de la izquierda. Sea cual fuere su evolución, la socialdemocracia española no puede quedar en manos de los movimientos anti sistema. Y ya no serán tan sencillos pactos post electorales como los que han propiciado gobiernos socialistas en municipios, y comunidades autónomas también, que ahí están la Junta Andaluza y el Gobierno del Principado de Asturias.
Está por ver la supremacía clara del PSOE en el contexto de una izquierda remodelada; su posición dominante no parece que vaya a ser tan clara como lo ha venido siendo desde las primeras elecciones democráticas. Las razones tácticas que llevaron al partido que ahora dirige Sánchez a olvidarse de aquella promesa electoral quizá ya no estén vigentes.
En cualquier caso rechazar que sea alcalde el ciudadano más votado del municipio no tiene pase. Por la naturaleza de sus fines y objetivos las corporaciones municipales son más ejecutivas que parlamentarias. Y la propia Constitución establece en su artículo 141: “Los Alcaldes serán elegidos por los Concejales o por los vecinos”.
Naturalmente la ley electoral habrá de fijar procedimientos para determinar en qué condiciones se proclame al ganador, y ahí socialistas y populares tienen un ancho campo de entendimiento: porcentaje necesario, diferencia respecto de otros candidatos, segunda vuelta, etc. El mundo está lleno de sistemas electorales como para que alguno haga posible el acuerdo.
Y, sobre todo ¿acaso la mayoría es de peor condición que las minorías?